Un masaje erótico es una fantástica herramienta. Un sutil roce puede encender los motores, pero cuando eso va a más y nos dejamos deleitar con un buen masaje…que se prepare el radar, porque podemos hacerlo explotar con la alta temperatura de nuestros cuerpos.
Existen muchas clases de masaje, pero como es lógico, en este artículo me centraré en el más excitante de todos, por más que una espalda sin contracturas pueda ser orgásmica, que no lo niego.
¿QUÉ ES UN MASAJE ERÓTICO?
Un masaje erótico va más allá de trabajar los músculos o relajarlos; lo que se pretende es favorecer e incrementar la estimulación sexual, y eso se consigue mediante la sensibilización de cada centímetro de piel.
Los movimientos deben ser pausados, delicados, con armonía… Olvidando las prisas y sumergiéndose por completo en el masaje, disfrutando tanto quien lo recibe, como quien lo hace. ¿Nunca has acariciado la mano a alguien y encontrado cierta paz en ello? Pues imagina hacerlo por todo el cuerpo.
PREPARACIÓN
Si bien un ambiente agradable y cómodo juega a favor en los masajes eróticos, tampoco es un imprescindible y atiende más a gustos que a otra cosa. Por el contrario, sí se convierte en necesario algún cosmético erótico para facilitar la fluidez.
Geles o aceites de masaje son las mejores opciones, y nos aportan algo a mayores como aromas y/o sabores; no obstante, ante la falta de esto, podemos recurrir a aceite corporal común, siempre que no vayamos a masajear los genitales. Pero qué quieres que te diga, parte de la gracia es terminar conquistando la zona más caliente, así que mejor optar por los productos adecuados, aunque sea un lubricante de silicona.
¿CÓMO HACER UN MASAJE ERÓTICO?
Lo esencial es ser conscientes de que se trata de una práctica que requiere paciencia y, por tanto, no vamos a dirigirnos rápidamente a las zonas más erógenas, como podrían ser genitales o pechos, sino que recorreremos todo el cuerpo antes siquiera de acercarnos.
Empezar por la espalda es un buen primer paso. Aplicar el aceite en las manos o verterlo sobre la piel directamente, haciendo que cada gota pueda escurrir antes de sorprender con la siguiente; incorporar desde el inicio la estimulación sensitiva. Masajear con las manos abriéndolas y cerrándolas para crear presiones diferentes, atendiendo al cuerpo de la otra persona y lo que desea.
De la espalda podemos migrar a los brazos, o quizás las piernas, pero recordando que no debemos tocar las zonas más sensibles. ¿Por qué? Para aumentar el nivel de excitación y deseo. Cuando nos ponen la miel en los labios y nos la retiran antes de poder probarla nos desesperamos, pero más tarde, en cuanto toca nuestros labios, nos derretimos con el premio de la espera.
CUIDADO, QUE QUEMA
Llegará un momento en el que deberemos ceder y acercarnos a los puntos clave, aunque no con brusquedad, sino de forma sutil. Masajear los muslos y dejar que los dedos se acerquen cada vez más a los genitales, tentándolos a cada roce, y cuando la otra persona ya dé por hecho que haremos diana, cambiar de zona por un momento.
Jugar con el deseo puede ser muy excitante, pero un exceso puede provocar un alto nivel de frustración que deberemos evitar por el bien del encuentro, así que ojo con las tentativas y no hagas sufrir demasiado.
ARDE
Eso sí, cuando llegue el momento de alcanzar esos puntos calientes, tómatelo con calma. Puedes recorrer cada pliegue con una o dos manos, dar pequeños toquecitos o incluso complementar la estimulación con un leve soplido que erice la piel.
Aprovecha la punta de los dedos para realizar pasadas ligeras, y luego añade el resto de la mano para una sensación más completa. Es tu decisión (y de la otra persona, claro), decidir si el masaje que queda ahí o si continúa hasta alcanzar el clímax. Sea como fuere, recuerda que el propósito del masaje erótico no es el orgasmo, es la sensibilización.
LA GUINDA
Es muy lícito dar un masaje erótico con toda la calma y sensualidad, y terminar el encuentro empotrando contra el armario a tu amante hasta explotar de placer a coro.
Sin embargo, te recomendaría, aunque sólo fuera en alguna ocasión, probar a tematizar un encuentro, y que tras un masaje erótico, con o sin “final feliz“, os tumbéis tranquilamente, aún con la calma de la piel mimada, quizá en un abrazo cómodo que os permita seguir tocándoos con libertad, rozando el cuello, la espalda, los muslos… Poniendo la guinda a una nueva experiencia y a ese momento de profunda conexión que habéis disfrutado.
Violeta dice
Ame la explicación, mucha sensualidad con las manos y hasta la boca, sin tocar genitales, ¡ya quiero hacérselo a mi pareja!