El orgasmo exprés se ha convertido en algo deseable, y me entristece profundamente. ¿Dónde está la prisa, tienes algo en el fuego, has quedado, dejaste el grifo abierto? Vamos a tranquilizarnos, por favor.
SEÑALES CONFUSAS
Se ha hablado largo y tendido de cómo durar más en la cama, siempre enfocado a un público con pene. Se vendió en algún momento —yo perdí la circular que lo avisaba— que un encuentro sexual debía ser maratoniano para ser bueno. Que lo deseable, siempre, eran 20, 45 minutos, 3 horas, 17 días; que si no acababas con síntomas graves de deshidratación, dolor muscular hasta en las órbitas de los ojos y hambre como para comerte un búfalo a dos carrillos, no había sido los suficientemente bueno (exagero, pero poco).
Generaciones de penes traumados por la presión de deber durar como si no hubiera un mañana, generaciones de vulvas traumadas porque sus parejas se corrían pronto y el juego terminaba sin su orgasmo. Igualmente, generaciones pensando que debían acabar a la vez, como en las películas, como si eso fuera acaso sencillo de lograr.
¿Y ahora nos venden el orgasmo exprés? Pereza máxima. Quien se encargue de estas cosas, que se ponga de acuerdo y deje de cambiar las reglas del juego.
IGUALDAD MAL
¿Qué a las personas con vulva suele costarles más llegar al orgasmo en un encuentro compartido? Y especifico lo de compartido porque, si aún no lo sabías, cuando conoces tu cuerpo y las condiciones son óptimas, puedes descorchar el orgasmo con una velocidad pasmosa. Pero a lo que iba; ¿qué les cuesta más? ¿Deberíamos ayudar a los penes a tener un mayor control para que puedan durar un poco más, abogar por prácticas eróticas que puedan acompasar los ritmos de estimulación, desgenitalizar el juego erótico?
¡Qué va! Vamos a acelerar a las vulvas para que sean también eyaculadoras precoces. Igualemos, pero mal.
LA INDUSTRIA TIENE UN ORGASMO (EXPRÉS) PARA TI
Por suerte los juguetes eróticos han cambiado muchísimo en poco tiempo. Por supuesto sigue habiendo juguetes centrados en la penetración, pero también existe una gran variedad de juguetes externos o con estimulación combinada. La industria tiene, cada vez más claro, que cada cuerpo es un mundo y que no pueden esperar que todas las vulvas deseen que un falo de acabado brillante y olor tóxico penetre efusivamente su vagina.
Con la llegada de los succionadores de clítoris hubo un claro boom comercial. Se trataba de una sensación totalmente nueva y que, además, estimulaba el clítoris en su totalidad (todo el iceberg bajo la superficie). Gracias a este tipo de juguetes muchas personas descubrieron el orgasmo por primera vez, la capacidad de tener orgasmos múltiples, que no necesitaban nada penetrándolas para obtener placer, que podían responsabilizarse de su orgasmo… Sin duda supuso una revolución sexual en pleno siglo XXI, pero igual no pensaron en las implicaciones del orgasmo exprés.
LA FALACIA DEL ORGASMO EXPRÉS
La cuestión no es, en el fondo, si se consigue mediante un juguete erótico determinado (o una selección) que las vulvas alcancen rápidamente el orgasmo. La cuestión es que se vende la idea como deseable. «¿Sabes eso que llevas años reprochándole a tu pareja? Pues ahora podrás hacerlo tú, toma este juguete».
Se emplea el argumento, peligroso absolutamente, de que un juguete logrará que alcances el orgasmo en sólo 2 minutos. Y no un tú individual, sabiendo cómo funciona tu cuerpo, tus ritmos, tus circunstancias, sino un «tú» global para todas las vulvas del mundo.
La falacia del orgasmo exprés ha supuesto un descubrimiento para algunas personas, pero un problema grave para otras. Todas esas personas que lo han probado y tardaron 15 minutos en lograr el orgasmo, quienes necesitaron 30 minutos de estimulaciones combinadas para alcanzarlo, quienes jamás lo lograron, o quienes sufren dolor con sólo aplicar el juguete.
DEMOCRATIZAR EL ORGASMO ERA OTRA COSA
Incido nuevamente en cómo ha beneficiado el éxito de los succionadores de clítoris al discurso sexual. Las barreras que ha tumbado y las voces que ha despertado. Esto es fantástico, sin duda.
Pero democratizar el orgasmo pasa también por adaptarse (o intentarlo al menos) a diferentes perspectivas. Y no hablo, por supuesto, de crear un juguete que proporcione orgasmos a todo el mundo en el mismo tiempo. Eso no es posible, demasiadas variables. Me refiero a cómo se transmiten los conceptos. A cómo una frase comercial destinada a vender más productos puede llegar a crear un problema a quien no obtenga los dichosos resultados que el anuncio promete.
De pronto una parte de la población se sintió empoderada, pero otra sintió que estaba rota y su cuerpo no funcionaba bien.
SIN EDUCACIÓN NO HAY MANERA
Y esto, faltaría más, no es exclusivamente culpa de un slogan publicitario. Sino de una carencia absoluta de educación sexual más allá de cómo colocar un condón que llevamos décadas arrastrando; pero que por desgracia sigue sin ser lo que debería.
Todas esas personas que pensaron que estaban rotas, quienes creyeron que algo iba mal porque la estimulación era demasiado intensa, quienes se convencieron de que necesitaban orgasmos en 2 minutos, quienes (a su pesar) sólo duraban eso en sus encuentros eróticos, a quien vivía con el convencimiento de que correrse a la vez era mágico… Todas ellas carecen de la información adecuada, y sin educación no hay manera de que la publicidad no nos coma la cabeza, ni que los artículos en el periódico de turno nos dé consejos que hacen más daño que otra cosa.
Saber es poder, también en lo concerniente a la sexualidad.
EL ORGASMO EXPRÉS TIENE SU PÚBLICO
Por supuesto, nadie ha dicho lo contrario. E incluso en algunos casos considero que es beneficioso poder correrte en segundos si es lo que necesitas.
Cuando te cuesta dormir y sólo quieres esas serotoninas para pillar el sueño; el estrés te ataca y necesitas una descarga rápida para romper la tensión; tienes personas a cargo (peques o mayores), tu tiempo no da más de sí y necesitas un orgasmo exprés como el comer porque sólo puedes «robar» unos pocos minutos para ti; precisas las endorfinas para sobrellevar un dolor; cuando el cuerpo te pide un aquí y ahora…
Que tenga su público o que encontremos multitud de situaciones en las que resulta hasta propicio, no debería ser excusa para que centremos nuestra sexualidad en el tic tac del reloj y la inminente alarma que nos avisa de un próximo quehacer.
EL DESTINO NO TIENE QUE SER LO MEJOR DEL VIAJE
Un orgasmo es, salvo excepciones puntuales, algo muy placentero. Nos encanta la sensación al aproximarse, gozamos su pico máximo de intensidad, y nos alejamos con cierta nostalgia aun sintiendo la electricidad en el cuerpo.
El orgasmo como destino de un encuentro erótico, está bien. Pero deberíamos hablar más sobre disfrutar del viaje que, quizá sí, quizá no, nos termine llevando al orgasmo. Veamos, si montas en el coche, inicias la ruta, pero luego sucede algo bueno que te hace cambiar de camino, entretenerte, hacer una visita inesperada y resulta que terminas el viaje en un lugar diferente, ¿dónde está lo malo? Lo has pasado bien, has disfrutado de cada momento, has descubierto cosas nuevas… ¿Acaso era imprescindible que llegaras al destino inicial? ¿Pasará algo irreparable si no lo haces? La respuesta es no.
Un encuentro erótico es como un pequeño viaje; puede estar lleno de sorpresas, recorrer caminos mil veces transitados o hacer paradas técnicas para un refrigerio. Si quieres puedes llegar al destino, pero también puedes parar en medio del viaje y simplemente disfrutar de las vistas y lo que te hacen sentir.
El tren bala es increíblemente rápido, pero el viaje es un mero borrón en la ventanilla. ¿Qué pasaría si dejamos el orgasmo exprés para un momento puntual, y trabajamos apreciar cada paso del viaje, aunque nos lleve lento, aunque nos lleve lejos, aunque nos deje a mitad de camino?
Deja una respuesta