Tras ese eterno, extraño e insatisfactorio primer polvo con Dani, seguimos quedando. Ya, soy un poco masoquista, ¿qué le voy a hacer?
Acabaría dándome cuenta -años después- de que mantuve esa relación porque era lo que había, lo seguro. El tiempo nos proporcionó cierta comodidad, no sólo de cara a desnudarnos, sino porque tenía a quién recurrir cuando me quedaba sola en casa y me apetecía compañía. No me molestaba en buscar nada nuevo o mejor porque, ¿para qué? Y más con lo que me costaba llegar a confiar en alguien como para irme a la cama con él.
Durante unos años me estanqué, puede que esperando que aquello fuera a más, a mejor, o que de la noche a la mañana mi hombre ideal apareciera en la puerta de casa diciendo ‘sé que llevas tiempo esperándome, el mismo que llevo yo buscándote, pero ya estoy aquí…‘. Obviamente eso no iba a ocurrir, pero por aquel entonces todavía me corría por el cuerpo ese torrente de glucosa inspirado en las películas románticas, era inocente, lo sé.
Sinceramente, Dani no era la persona con la que me imaginaba saliendo. Las conversaciones eran vacías, hablaba de cosas que no me importaban de una manera nada atractiva, como el niño que te cuenta lo que ha hecho en el cole, de forma inconexa y esperando una gran reacción por mi parte. En la cama era egoísta, realmente egoísta. Es cierto que mi falta de queja ayudaba a ello, pero llegué a cansarme de dar indicaciones cada dos segundos para que encontrara dónde coño estaba mi clítoris y cómo tocarlo sin metérmelo para dentro. No, no quería salir con él, pero algo en mí quería que pasara. Tardé en darme cuenta que lo que quería no era a él, sino alguien que llenara un vacío muy difícil de llenar, y el conformismo me hacía imaginar cosas.
Ninguno quería nada serio con el otro, aunque claramente mi forma de actuar era la de un perrillo en busca de atención y cariño, arrimándome a quién me lo diera, por breve que fuera. Lo triste es que me temo que ese peregrinaje todavía está latente y me lastra a la hora de encontrar lo que realmente quiero -sin saber qué es exactamente-, porque me aferro a esas efímeras muestras de cariño, ese rascar detrás de las orejas, aún sabiendo que no me adoptarán. Vaya, estoy divagando mucho, mejor que me vuelva a centrar…
El sexo era mecánico, falto de conexión, mi orgasmo no se dignaba a aparecer, sus erecciones duraban demasiado -sí, demasiado-, cada vez que follábamos había que practicar mil posturas a su antojo y no me daba margen a pedirle que siguiéramos en la misma, que ya estábamos en otra. Te estás preguntando que, si el sexo con un follamigo era tan malo, ¿por qué seguir? Porque es lo que había, mi falta de seguridad, la inexperiencia y el miedo a perder la miseria que tenía me hacía continuar con aquello. Me apetecía sexo, vivir aquello tan propio de la edad, y como era el único que me lo daba y no quería buscar más, me acabé conformando.
A pesar de toda esa mierda he de reconocer que aprendí en muchos sentidos, me reí mucho, viví nuevas experiencias y tengo anécdotas a gogó. Y sigo creyendo que las cosas perfectas no existen y que de las imperfectas se pueden sacar grandes lecciones y momentos inolvidables.
Puede ser que el tiempo que duró la relación con Dani me ayudara a sentirme más segura, con mi cuerpo, con mi sexualidad, con lo que me gustaba en la cama, innovar y aprender nuevas maneras de dar placer, confiar en mi valía en ese aspecto, a sentirme un poco más normal respecto al resto de mis amigos, y más debido a mi extraño inicio en esto de las relaciones…
Me perdí la época de los besos inocentes, del darse de la mano, del tonteo casto, de los novios de instituto. Pasé de ser una niña a encontrarme en la cama con un hombre 10 años mayor, de quemar etapa tras etapa en una noche a años de celibato, de la más extrema sequía a sentirme deseada, de entrar en el mercado a lanzarme a catarlo. Y de ahí, a disfrutar de la sexualidad tanto como podía y con quien quería. Mi vida nunca fue como la de quienes eran mis amigos, ni es como la de quienes lo son hoy. Mi vida siempre ha tenido un cariz extraño y surrealista, y no sé porqué a veces sigo intentando encontrar la normalidad. ¿Qué es normal? ¿Es la normalidad tan buena como para dejar de ser yo misma y encontrarla? ¿Será tan divertido como nadar contracorriente?
Es cierto, me he perdido muchas cosas, algunas irrecuperables, pero vaya, ¡he vivido un montón de experiencias! Muchas que por un camino normal, sencillo, y más si hubiera logrado aquello que deseaba en la tierna adolescencia, sólo podría soñar. En cambio, son una realidad. Todas esas curiosas anécdotas, pequeños berrinches, cagadas monumentales, risas nerviosas y todo aquello que caracteriza mi vida, y en especial con los hombres, me han hecho como soy. ¿Qué necesidad tengo de ser como los demás? ¿Qué necesidad tienes tú de ser normal?
La comodidad es buena, pero subiendo por las escaleras de bajada se aprenden más cosas. No te conformes por comodidad, allí arriba hay butacas más confortables, no tengas miedo a alcanzarlas.
María Savage dice
Qué difícil es diferenciar cuando algo lo quieres porque simplemente es cómodo, o cuando lo quieres de verdad y el hecho de que sea cómodo no acabas de creértelo…
Ole tus güevs, sigue viviendo grandes experiencias, llegarás muy lejos!
Besitossss
Mamá, no leas dice
Muchas veces cuesta salir de esa comodidad que no nos ofrece todo lo que queremos, pero en algún momento hay que hacerlo y disfrutar de lo que la vida puede ofrecerte.
Besotes.
Erotic Night dice
No puede evitar reír a carcajadas cuando dices " para que encontrara dónde coño estaba mi clítoris y cómo tocarlo sin metérmelo para dentro. "…Pero reconozco que el resto es auténticamente serio, aunque desdramaticemos, las mujeres gozamos el sexo y amamos "lo que sea"…y los hombres aman el sexo "con quien sea". Besos Gwen, ha sido un honor encontrarte en esta vida.
Mamá, no leas dice
Era un caso, no conseguí que me arrancara un orgasmo, y mira que le di años para ello…
Besotes 😉
Minina dice
Gracias por toda tu expresión! Me encantó! tus reflexiones estan muy ligadas a mi, a lo que fue mi vida también, Y siempre está bueno leer algo que reconforte mi ser! Gracias hermosa!!
Mamá, no leas dice
Me alegra que te haya gustado. Al final creemos que las cosas 'raras' sólo nos pasan a nosotras/os, pero no hay más que abrir un poco el campo de visión para descubrir que es de lo más frecuente.
Gracias por pasarte, espero verte de nuevo por aquí. Besotes.