Te sientas con los amigos, tomas unas cañas, y las historias se suceden. Hablas de trabajo, del proyecto que tienes entre manos, del tiempo, de conocidos comunes…y de sexo.
Un amigo habla de su relación, y llegamos a la conclusión de que la gente es extraña y punto, independientemente del sexo. Esos tópicos que estamos hasta las cejas de oír e incluso apoyar se desmontan y desvanecen, porque no hay actitudes de hombres o de mujeres, los tópicos de género no son tales. Mujeres que no quieren una relación seria, hombres a los que no les apetece follar… Al fin nos damos cuenta de lo obvio, de lo que hemos estado negando durante toda la vida con teorías inventadas, nuestra ignorancia, en el fondo nadie sabe nada. Porque todo eso que nos enseñaron como si fuera una guía de relaciones interpersonales es papel mojado cuando hay que ponerlo a prueba, cuando descubrimos que no sólo dos más dos no son cuatro, sino que uno de esos ‘dos’ era en realidad un tres.
Otro amigo nos cuenta su última aventura. Por más años que pasen, la mayoría de sus historias son dignas de refresco y palomitas, y pienso que le pasan cosas muy raras. Pero luego echo la vista atrás, o incluso a un lado, y me doy cuenta de que mis propias historias son también raras, que no conozco eso que muchos llaman ‘normalidad’, y tampoco sé si quiero conocerlo, porque lo raro, lo extraordinario, da para mucho más. Más anécdotas, más experiencia, más risas, más aventuras, más posts… Nos habla de un tío con el que quedó días atrás. Le invitó a su casa y cuando llegó se encontró con que aquello más que un piso parecía una escena post apocalíptica donde la mierda hubiera ganado la batalla. Ahí ya habría tenido motivos de sobra para irse, pero ya se sabe, que a veces la curiosidad y el calentón nos puede y nos expone a cosas que deberíamos evitar. Nos cuenta que mientras follan había como ‘pelotillas’ negras por todas partes, que el tío no es que estuviera precisamente limpio y olía ya macerado. Nos dice también que el hombre se puso dos condones (a la vez) para follarle, primero uno se le quedó metido dentro, lo sacó, se puso otro y más tarde se rompió -por lo que más quieras, NUNCA uses dos condones, es peligroso y no aumenta la seguridad, la disminuye-. A estas alturas ya estamos todos flipando en colores. Cuando acabó el sexo sucio (literal) marchó corriendo a su casa a ducharse con el nanas; había alarmas por todas partes, pero tú también sabes que hay veces que por claras que sean esas alarmas no queremos verlas. Solo que en su caso al final las vio, y las sintió… Visita al médico, y premio. Bichitos como ‘pelotillas’ negras en el pubis, y en los brazos, y en el pecho, y… ASCO. Le recetaron una loción y le dijeron que sería recomendable que se afeitara el cuerpo. Y ahí estaba contando la historia, con menos pelos en el cuerpo que un impúbero, pero liberado por fin de la infestación.
Media hora después aún nos picaba el cuerpo a todos los presentes. Porque si algo se extiende más rápido que un rumor, es un picor. Cada uno en su silla, rascándonos compulsivamente y ya hasta viendo las mentadas ‘pelotillas’ negras. Era necesario un cambio de tema, urgentemente, o acabaríamos en urgencias con heridas de tanto rascarnos.
Hablamos de limpieza, de la higiene en el sexo, de jabones íntimos con nombres de pimiento picante y de quienes se hacen duchas vaginales, con lo perjudicial que es eso para la flora. Comento que no entiendo a qué viene tanta ‘desinfección’ vaginal, esa obsesión con evitar el olor natural de los coños (limpios). Que con una buena higiene y duchas regulares es suficiente, y que ni mucho menos hay que lavarse la vagina por dentro. La vagina se limpia sola, como un horno pirolítico. ¿Para qué meterle mierdas si ya tiene sus mecanismos de limpieza? Si hay quien ha comparado coños con microondas y hornos, ¿por qué no puedo hacerlo yo? Pasamos un rato con la gracia pirolítica, y me da por pensar que a algunos tíos les hace gracia el flujo o la flora vaginal en sí mismas, y más si no son practicantes del amor a la vagina y no se han acercado a una desde que nacieron. Casi como decir culo en una clase de primaria…
De la higiene vaginal pasamos a la anal. Un tema quizá más escabroso y que a toda persona que haya probado el sexo anal, o lo haya pensado, se le ha pasado por la cabeza. El miedo a encontrarte algo indeseado en el dedo, en la polla, que alguien te lo encuentre a ti… Ahora le ha tocado el turno a las duchas anales, y debatimos sobre si es imprescindible ponerse un enema antes de practicar sexo anal. Está claro que por guarro que nos guste el sexo, habitualmente nos referimos a la forma de hacerlo y no a la higiene en sí, y que por preferir, preferiríamos un culo limpio sobre el que se pudiera comer (literalmente), y que al manipularlo salieran arco iris y unicornios. Pero también hay que ser realistas, si juegas con un culo una de las cosas que pueden pasar es marrón, no tiene un cuerno en la frente, y ni mucho menos es mitológico.
Beep, beep, beep… El móvil de uno de mis amigos suena, y él apenas separa la vista de la pantalla, lo que suscita críticas del resto. Cuenta su historia, y se vuelve a sumergir en la pantalla, en Grindr, en Wapo y en Badoo, los tiene todos, ni que fueran Pokemon. Lo que me sorprende es que aún le quede batería con tanto uso. Nos enseña lo que le dicen, a veces nos pregunta qué le responde a alguien. Y confío en que sea otro amigo quien se lo diga, porque juro que no entiendo esa mecánica de tirarse la teja y la reja, ese breve espacio de tiempo en que pasan de ser desconocidos a ‘a, sí, aquél tío que me tiré una vez’. Y me encanta que pueda hacerlo, pero supongo que mi necesidad de algo más que una foto guarra para calentarme, y el miedo de aparecer de madrugada en casa de un desconocido me lo prohíbe. El sexo exprés no está hecho para mí, lo tengo muy claro.
Lo peligroso, al menos para los ojos de los demás, es cuando está buscando la foto de aquel tío con el que se habla por WhatsApp, o del último con el que ha quedado, y entre que la encuentra y tu miras su pantalla esperando, pasan decenas de pollas de todos los tamaños y formas. Si algún día se crea un museo de pollas en Valladolid, tengo más que claro que él debe aportar su colección, por el bien de la difusión de la cultura, o qué se yo. Guarda todas las fotopolla que le envían, TODAS. Me dan ganas de guardarle todas las que me envíen a mí y regalárselas en su cumpleaños, por ampliar su colección, o tal vez podríamos intercambiarlas, como los cromos en el recreo… Pasa las fotos al ordenador y las guarda con su nombre, lo que es perturbador de alguna manera, a veces recuerda mejor el nombre por la polla que por la cara, es un gran fisonomista de penes. Cuando ya se te ha metido en la retina la polla e alguien a quien nunca conocerás, ni verás la cara, o cuando quiere enseñarte una en particular y le ves pasando foto tras foto; ‘uh, esta me la mandó X, y esta fue con la que hice tal, y esta….OH, ESTA ES MÍA…’. Que oye, igual sólo me pasa a mí, pero por más que la curiosidad esté ahí, no quiero ver las pollas erectas de mis amigos, ni siquiera que me las describan. Quizá por eso de mantener algo de misterio, o por que no me tienten, o porque pasaría unos días sin poder separar la imagen de sus caras de las de sus pollas…
Mary Asexora dice
Oye, pues que amigos más interesantes tienes. Nosotros estamos en la fase "padres primerizos" y al final toda conversación acaba derivando en eso. Un fiesta?.
Me encanta a la vez que me preocupa la colección de fotopollas. Y por cierto, me pica el brazo.
Besicos
Mamá, no leas dice
Tenemos nuestros días, pero estando yo no sé cómo lo hago que el sexo acaba saliendo sí o sí. Tengo amigas con hijos, pero yo creo que también aprovechan cuando quedan conmigo para liberarse, tras la pertinente actualización, de tanta maternidad xD
No sé si existirá alguna patología sobre el coleccionismo de pollas, aunque supongo que mientras sólo sean en foto y no en carne no sea peligroso, jajaja. Te lo he dicho, el picor se extiende más rápido que los rumores 😉
Besotes.
Sofi El pez que se muerde la boca dice
Qúe bien os lo pasáis, eh!! Jajaja cuando leí "pelotillas" me temía lo peor, que asco por favor!!! Este es de los posts que me gustan, reales y extraños como la vida misma. Quien sea normal que tire la primera piedra y se aleje corriendo, que aquí no lo queremos!
Besitosss
Mamá, no leas dice
Me moría del asco cuando lo contaba, me parecía tan surrealista la situación, y que se hubiera quedado en ese cubo de basura que llamaba casa el otro… Puagh.
Al final lo mejor de todo es la realidad, siempre supera a la ficción. Y por supuesto, que los normales se monten un club o algo y nos deje vivir extrañamente, que es más divertido 😉
Besotes.
Carla MIla dice
Me encantaría asistir, aunque sea de "oyente" a una de esas reuniones. Y es que el tema del sexo es tan recurrente, y a la vez tan divertido.
Feliz fin de semana!
Saludos y gracias por compartir!
Mamá, no leas dice
Hay historias para no dormir, y como tampoco hablamos bajo precisamente (sobre todo yo), nos oye quien esté mínimamente cerca. Y como me pilles con el día inspirado… Me posee una monologuista y me salen las gracias a metralleta, que a veces no sé si mis amigos no interrumpen porque no tienen qué decir, o porque no quieren dejar de reírse.
Un brindis por esas conversaciones de sexo tan geniales!
Besotes.