Ilustración de Giuseppe Cristiano |
Hace poco me volví a encontrar con varios de esos cuadernos que llenaba compulsivamente de los pensamientos y reflexiones que me brotaban. Entre oscuridad y la constante superación positivista en todos los textos (es que yo soy muy de dualidades) di con un escrito titulado ‘Amorlogía‘.Por aquel entonces estaba muy obcecada en que el amor era la respuesta universal a todos los problemas que tenía, en mi mente se dibujaba que tener pareja sería la fuente de mi felicidad, y que cuando lo lograra todo serían unicornios en patinete y lluvia de chocolate. Vale, no me juzgues tan rápido, que a saber cómo eras tú de adolescente… Yo era muy chunga, de vestir como me salía del toto -cuanto más llamativa mejor, era mi forma de rebelarme-, muy de llevar todos los sentimientos por dentro (eso no ha cambiado mucho), de pensar, de abstraerme en mi burbuja de pensamiento crítico, implicación social, ‘todo es una mierda‘, autoconvencimiento de que podía con todo, sueños de futuro que nunca llegaron a definirse del todo y cosas varias.
Con el tiempo, la experiencia, la introspección y el desarrollo personal, la vida se va perfilando de otra manera, y cambian esas percepciones que antaño parecían tan definidas e inamovibles. Descubro, psicóloga mediante, que soy una romántica a pesar de haberme pasado más de 10 años ‘luchando’ contra esa parte de mi ser, iniciando relaciones -por llamarlo de alguna manera- que estaban avocadas al fracaso, porque mi coraza y ese pensamiento de ‘no va a llegar al nivel que deseo, para qué esforzarme‘ ya cerraba una puerta incluso antes de abrirla; pero eso es una historia muy profunda, quizá demasiado, o al menos para este momento.
Yo, que venía a transcribirte algo que escribí hace exactamente 15 años, me he acabado liando para variar. A lo que iba es que el otro día lo releí y todavía me parecía válido, y sigue asaltándome esa duda final. Te pongo el texto, y ya tú decides si significa algo para ti, si es mi parte inmadura la que aún tiene ese miedo, o si te importan una mierda las reflexiones de mi yo adolescente -bueno, eso no me lo digas así de crudo, adórnalo un poquito al menos, ¿no?-. Allá vamos…
Puede que tengamos miedo de no saber amar, y por eso no queremos que lo definan, por miedo a hacerlo mal.
Suelto micro y me marcho a mi rincón, no sé si a pensar, a arrepentirme de haberlo escrito, de que todavía para mí tenga sentido, o a celebrarlo en mi burbuja. Qué se yo, ahí queda, la Gwen adolescente ha hablado, ahora te toca a ti…
¡Me ha encantado!
Me ha hecho viajar a mi cuaderno de canciones quinceañero. Me he sentido muy identificada y con ganas de saber más. Podemos aprender mucho de nosotres si echamos la vista atrás y entablamos este tipo de conversaciones con nuestro yo del pasado. Gracias por abrirnos esta ventanita a tu mundo!
Gracias Lara. Es enriquecedor hablar con nuestro yo del pasado, nos puede enseñar mucho aún desde su 'inmadurez'.
Besotes.