Coges el móvil, abres WhatsApp, buscas su nombre, abres conversación, piensas cómo escribirle lo que quieres decir para que suene lo suficientemente provocador para -casi- asegurarte el SÍ, y mientras le das vueltas buscando las palabras, tu mente ya se está imaginando el momento en el que te tendrá entre sus manos, y tú a él entre tus piernas…
Te lanzas, crees que tienes las palabras perfectas, y decides -como siempre- probar primero con algo sutil, el hombre es inteligente, seguro que si le dices que mientras trabajabas te has acordado de él empiezas a picarle -porque sabe, al menos a grandes rasgos, a qué te dedicas-, así que escribes, envías y esperas. Te podrías haber decantado por la cruda sinceridad «quiero que me folles«, pero temes asustarle porque no es muy ducho en ésto del sexo.
Many – ¿En qué estabas trabajando para acordarte de mí?
Gwen – Estaba con los vídeos, llevo horas viendo porno [por exigencias laborales #TrueStory] y entre las horas que son [pasadas las 12 de la noche]), y ver tanto comer, me ha entrado hambre.
Y lo sueltas ahí, tal cual, porque acabas de recordar que el tema de las sutilezas de término sexual no las pilla, porque te lo ha dicho, y porque lo has verificado con anterioridad. Así que nena, no te cortes. Él recurre a la risa, porque no sabe qué decir, y porque se ha puesto nervioso (bien). Al final articula palabra:
Many – Yo me dejaría comer.
Y aquí es cuando ya lo ves hecho, está a punto de caramelo, vas a cerrar el trato y te van a ensartar en carne esta noche. Atacas de nuevo:
Gwen – Tengo ganas de acabar el trabajo. Me preparaba algo para llenar el estómago, me comía un plátano [vocablo que empleáis, junto con palo, para hablar de SU polla], y un par de orgasmos [vergüen…¿Qué?].
Many – Jajajajajajajaja.
Gwen – Y eso será lo que haga cuando acabe. Menos la parte del plátano, que lo tengo difícil en solitario.
Many – ¿Me estás insinuando algo?Aquí llega, lo ha pillado, vamos que nos vamos, que está apuntito; a lo que le respondes con ironía, porque ¿qué es la vida sin ironías?, y le dices entre risas:
Many – ¿No me digas que estás sola en casa….?
A lo que tú atacas de nuevo con EL emoticono, y él ataca de nuevo y te dice:
Many – Joder, porque mañana tengo que entregar un proyecto y todavía no lo he empezado, que si no…
Gwen – Si no… podemos quedar mañana. A tomar algo, una caña, quizá un plátano….
Pero él te devuelve el revés diciéndote que sale muy tarde, y habrá madrugado mucho. Te lanzas con la desesperación, y preguntas, aún sabiendo la respuesta:
Gwen – ¿Eso es un no?
Many – Basicamente. No estaré para dar plátano.
Que tú, sin saber qué decir te limitas a un «Ohm, vale», y mosqueada cierras la aplicación y bloqueas el móvil haciendo lo que yo denomino el portazo sordo. Te has ido a las bravas, pero nadie se ha enterado, una inutilidad, claramente, pero te has ido tú antes (pedorreta).
Querías verle, querías sentirle, querías follártele, pero te has quedado con las ganas, y como no puedes enfadarte -porque tiene razón, porque lo entiendes, porque no te debe nada, porque te va a dar igual-, lanzas el móvil al otro lado de la habitación (esperando que caiga en blando, no sea que te escriba y se te haya jodido el teléfono). Tienes más números en la agenda, pero no les usarás, porque te apetece ÉL o nadie.
Te das cuenta, al final, y con mucho esfuerzo, de que la mayoría de las veces le escribes tú, que empiezas a sentirte una acosadora por whatsappearle una vez a la semana, cuando eso no lo has hecho con un tío que te hayas follado en tu puta vida, que está inmerso en actividades laborales y hobbies y por ello está más liado que la pata de un romano y no tiene tiempo para ti -algo nuevo-, bla, bla, bla…
El problema no es que no puedas verle, que también, si no que como te lo pone difícil, tienes muchas más ganas, y empiezas a confundir ese Quiero y no me dan, con encoñamiento, o peor, enamoramiento. Y ahí…. ahí si que estás perdida, porque ¿cómo obvias algo que deseas tanto? Has probado un juguete nuevo, y te ha gustado, que no te dejen jugar con él es un castigo. Da igual que tengas más juguetes a mano, quieres ESE, el que no te dan, el que te esconden. Quieres lo que NO tienes, y es que siempre te pasa igual…
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