No es para subestimar el poder de los masajes sensuales, cómo influyen en la dinámica y conexión de la pareja, ni cómo afectan positivamente a nuestro cuerpo y mente.
Primeros pasos
Antes de nada, cabe destacar la importancia de una buena comunicación. Si queremos experimentar esta sensación, es necesario verbalizarlo con nuestro amante o pareja y, posteriormente, si se está de acuerdo, encontrar la forma de llevarlo a cabo. Podemos hacerlo a solas con la pareja, o contratar los servicios de especialistas para que nos den un masaje, incluso en pareja, para incluir un grado más de morbo.
Para eso último, no suele ser complicado encontrar un lugar para masajes sensuales en Barcelona, o en otra ciudad. Sólo deberemos tener claro lo que buscamos y localizar dónde y quién podrá satisfacernos.
Relajación
¿Alguna vez te has acariciado la piel sólo por el placer de hacerlo? ¿Quizá la piel de otra persona? El roce de los dedos y la suavidad del movimiento es una maravillosa manera de relajase y liberar la mente de la pesada carga del día a día, aunque sea por un momento.
En el caso de los masajes sensuales, la relajación va más allá, pudiendo provocar otras interesantes reacciones en nuestras zonas más sensibles. Recorrer el cuerpo de nuestro amante con las manos, o incluso el propio cuerpo, estimula los sentidos y sensibiliza los rincones, distrayendo de todo lo demás que pase lejos de esa piel. Concentrándonos en el roce de los dedos o el movimiento de las manos, como si buscáramos una hipnotización transcendental.
Sensualidad
Es inevitable que, según qué roces, se nos despierten instintos más primarios, el cuerpo reaccione a esa liberación de tensión, y que la relajación dé lugar a excitación. Los masajes sensuales no tienen por qué inspirar esta respuesta, y en caso de hacerlo, tampoco existe la obligación de centrarse en ello.
Debemos poder sentir la libertad de fluir, de dejar que el cuerpo responda como considere, sin pretender un «final feliz». En este caso el propio masaje es el fin, no el medio para culminar la posible excitación provocada. Nuestra libertad para responder al estímulo y la libertad de quien nos estimule para atender esa respuesta física.
Conexión
Parece que rara vez tenemos tiempo para la calma, queriéndolo todo en el menor tiempo posible, en especial lo que se refiere a los encuentros íntimos, pero debemos forzarnos a frenar de vez en cuando. Frenar y disfrutar del viaje vital; disfrutar también de la pareja si la tenemos. Y una manera de hacerlo es dedicando tiempo y atención.
Desde las miradas a los embates más intensos, pasando por los besos y los masajes sensuales. Darse el capricho de acariciar a la pareja como si fuera la primera vez, como si estuviéramos intentando memorizar con nuestros dedos cada centímetro de su cuerpo, observando las reacciones a esos roces, escuchando lo que dice con palabras, y lo que dice con su cuerpo.
Volver a encontrar ese nexo que parece desdibujarse entre la rutina, las obligaciones y las prisas. Olvidarse del mundo y encontrar atmósfera en nuestro amante, respirando su paz, escalando sus cumbres y, si el momento lo pide, internarse en sus cuevas más húmedas.
El poder de los masajes sensuales
Que el tiempo se pare y los cuerpos se fundan. Relajarse sin cronómetro, sin expectativas, sin meta que alcanzar. Hacerlo sólo por el placer de la experiencia, por ese instante de paz, por la observación de nuestro amante y sus reacciones, por el disfrute del roce de su piel contra la nuestra, por la evocación de la sensualidad más inocente.
Fluir en una realidad alternativa…
¿Y después?
Cuando experimentamos cosas emocionantes e incluso muy excitantes, a veces cuesta bajar de esa nube de novedad y retomar nuestra vida rutinaria. Puede sobrevenirnos el recuerdo de imágenes y sensaciones que aviven la memoria. Es posible que nos entre el gusanillo de querer repetir, de querer probar más cosas nuevas, de subir un nivel más en la exploración sexual… Y está bien, no tienes que sentirte culpable por ello. Pero lo que sí debes es comunicarte (sí, vuelvo con eso) y expresar a tu pareja/amante/loquesea cómo te sientes, cuáles son tus inquietudes, tus deseos, tus fantasías… y descubrir si está en el mismo punto.
Nada garantiza que la otra persona se suba nuevamente al carro, o que quiera vivir las mismas experiencias que tu anhelas, pero sin duda, si no preguntas, nunca lo sabrás.
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