Con el auge de los productos eróticos, y la continua presión por convertirnos en los amantes más ilustres de los tiempos, nos olvidamos de aquellas cosas que, antaño, eran tan excitantes y que cambiamos por prácticas con menos ropa, creyendo que dejando eso atrás estábamos evolucionando y madurando. Hablemos del petting.
EL PETTING, PASIÓN ADOLESCENTE
El petting, por si no lo conoces, se trata de una «práctica» erótica basada en roces sobre la ropa. Éstos pueden ser más o menos intensos, e incluso pueden dar lugar a orgasmos, pero digamos que el contacto directo está prohibido en esta práctica.
Los roces pueden darse sobre la ropa de calle, el pijama, o incluso la ropa interior. Pero nunca hay contacto con los genitales piel con piel, y podríamos interpretarlo con el «primer sexo».
Quizá te recuerde a la adolescencia, cuando un roce sobre el pantalón hacía las maravillas de nuestras fantasías y nos servía para semanas de fantasías. Ese paso hacia la sexualidad pero con un extra de protección porque, ¿qué iba a pasar si no había contacto directo?
Una mano sobre la camiseta, palpando teta, un culo que se frota sobre el vaquero del amante, una pareja que, en pleno parque, retoza hasta el clímax sin que parezca que hacen nada indecoroso a plena luz del día…
LA META NO EXISTE EN EL PETTING
Con esa idea fija que tenemos actualmente, en la que sin orgasmos parece que no hemos tenido sexo, es hora de recordar que esa meta no es tal. No existe, el orgasmo que culmina tras la excitación sexual puede o no darse en el encuentro, y eso no lo hace menos sexo, ni menos satisfactorio o pleno.
Esa meta está autoimpuesta, y dejamos de lado el camino pensando en el destino. Párate a disfrutar de las vistas; las miradas, los besos, las caricias, los roces castos sobre la ropa y los más salvajes cuando la excitación parece querer salir a chorro por cada poro de la piel.
Ese recuerdo de adolescencia, ese excitarse sin llegar a buscar un final, sólo porque el instinto animal nos posee y tenemos oportunidad de desplegarlo hasta cierto punto.
Desde el momento en el que dimos ese paso de deshacernos de la ropa por primera vez, parece que en todos los encuentros nos quema, luchando por eliminarla o antes posible, tratándola de obstáculo y no como parte del juego erótico. ¿Es acaso necesario estar SIEMPRE completamente desnudos?
EL FRENO QUE ACELERA
Soy consciente, de primera mano, que frenar cuando la excitación dirige nuestros movimientos, en especial cuando comenzamos a perder el control, como si no abarcáramos a sentir y hacer sentir todo lo que deseamos, es muy difícil.
Pero ese petting sin pretensiones, ese freno, por así decirlo, puede convertirse en un acelerador. Que un día tengamos la suficiente fuerza de voluntad para parar antes de rebasar nuestras prendas, puede ser un alimento idóneo para aumentar la tensión sexual, el morbo y la excitación con vistas a futuros encuentros en los que, esa vez sí, romperemos todas las fronteras que nos suponga cada prenda.
Claro, que como parte negativa tenemos el peso de las expectativas, contra el que habrá que luchar. Al igual que con los nervios, que nos pueden jugar malas pasadas por experiencia que tengamos.
SEXO NO ES PENETRACIÓN
Con la idea equivocada de que no ha sido sexo si no hubo penetración, le quitamos valor a todos los pasos que nos llevan al placer.
Existen infinidad de formas de lograr el placer erótico, de alcanzar el orgasmo, o de obtener ese estado de nirvana mental tras una buena sesión de mimos sensuales. La penetración es una forma más de sexo, pero no la única, ni siquiera la más placentera.
Cada vez que pienso en el petting me viene a la cabeza la misma imagen. Sentada a horcajadas sobre mi amante, besándonos, rozándonos, con sus manos en mi culo, mis brazos alrededor de su cuello y mis caderas aumentando el roce de nuestros genitales a través de la ropa.
Te parecerá extraño, pero me parece realmente excitante, e incluso empoderante. Como jugar al borde de la piscina; sé que en algún momento me tiraré, pero mientras, me gusta tentar al agua y ver cómo reacciona a mi roce.
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