Partamos de la explicación básica de lo que es el parcialismo, siempre hablando en términos de sexualidad. Más adelante me centraré en qué locura es eso «de primera y de segunda».
¿Qué es el parcialismo?
En pocas palabras, el parcialismo hace referencia a un fetiche orientado hacia una parte concreta del cuerpo. No necesariamente nos llamarán la atención determinadas partes de todas las personas, obvio, sino que dentro de nuestros gustos personales, se atenderá con mayor detalle a esas zonas; siendo grandes responsables de la estimulación erótica.
Aún se entienden los fetiches, en especial fuera de entornos más abiertos o liberales, como algo pervertido, oscuro y soez. Especialmente porque durante décadas la cultura popular nos ha hecho entenderlo así. Pero sobra decir que está muy alejado de la realidad. Olvidemos pues esa imagen de antro sucio con amantes de lo extraño, y visualicemos un prisma mucho mayor, sin condicionantes sociales y con más luz de la que imaginaste.
Oír sobre fetichismos, el parcialismo entre ellos, crea a veces ideas equivocadas. No tienes que olvidar que todas las personas tenemos, al menos, un fetiche. Sí, tú que crees que tu vida erótica es de lo más normalita, tú también; así que deja de mirar raro a quien es feliz con los suyos, por más que no los entiendas.
Parcialismos más comunes
Dentro del parcialismo, existe una cantidad insondable de puntos de estímulo. Por supuesto, siempre están aquellos más populares, que no más normales. Y son esos a los que se le da cierto protagonismo aunque no sean una representación de la totalidad de opciones. Ya sabes, los estigmas asociados a todo lo relacionado con la sexualidad hacen que muchas personas no se sientan libres de hablar de ello, compartirlo o incluso mencionarlo de pasada a su pareja.
Por casualidad, algunos de los parcialismos más comunes son hacia pechos, culos, pies y manos. Vaya, justo los que he mencionado en el título, ¡qué cosas!
Parcialismo de primera y de segunda
Lamentablemente, siempre encontramos alguien a quien le apasiona crear rankings y dar medallas a los que cree son los primeros puestos. Y aunque sea evidente que no existe -que yo sepa- un comité para la selección de los parcialismos más o menos buenos, es de esas cosas que parecen tan asimiladas e intrínsecas a la sexualidad más mainstream que se dan por supuestas.
¿Qué quiero decir con parcialismo de primera y de segunda? Bien, es una idea que me lleva rondando un tiempo, y es esa que asocia la atracción loca por tetas y culos como algo sano y normalizado, y el fetiche por pies y manos como algo rarito que esconder. Y voilá, así le otorgamos, socialmente y sin necesidad de votación, más o menos valor a un punto de atracción.
Creamos un ambiente seguro para quien recibe un estímulo erótico de unos pechos o unas nalgas, pero arrinconamos a quien ama manos y pies. Según mi hipótesis, porque en nuestra historia más moderna no se contemplaban estas últimas partes como algo con remoto toque erótico.
Tetas y culos vs manos y pies
Llega, como si fueran luchadores de una guerra imaginaria, equipos opuestos que juegan en desventaja. Desventaja que, por otra parte, hemos afianzado década a década sin prestar atención al potencial de aquello que damos por común, tan a la vista que no merece atención.
Puedo entender que un culo potente o unas tetas resultonas puedan disparar impulsos eróticos de lo más intensos. Pero también sé que las manos y los pies son capaces de eso, y de más si dejamos volar la imaginación. No puedo hablar de fetichismo de pies, pues no tengo experiencia y no me supone un atractivo en sí mismo para mi erotismo; pero las manos, ¡ah, las manos!
Un parcialismo tan al alcance de la vista (y de la mano, claro). Vemos manos cada día, en todas partes, haciendo infinidad de tareas y movimientos. Tan inocentes como perversas, pues con una mera ensoñación podemos imaginar desde un roce a una caricia, de un par de dedos recogiendo el pelo a toda la mano dando un azote. Y sí, tan inocentes como nuestros ojos quieran verlas, pero capaces de llevarnos al lugar más sórdido cuando lo pensamos; con la ventaja de no sufrir la censura de las redes. What a time para explorar el parcialismo de manos y pies…
Reflexión
Eso es este artículo, una reflexión más que se vierte en esta web. Una reflexión que, por otra parte, vale la pena afrontar. ¿Debe tener más valor erótico aquello que nos atrae personalmente, menospreciando e incluso vejando lo que no? ¿Tenemos capacidad ética para rankear atracciones eróticas inofensivas? ¿Es más sano obsesionarse con los culos que abrir la mente a otros focos de placer? ¿Somos alguien para criticar o juzgar los gustos eróticos de otra persona?
Sobra decir que no he venido a responder a estas cuestiones, no tengo autoridad para ello, sino a compartir contigo el peso de su reflexión en el marco de nuestra sociedad.
Para terminar quiero añadir algo. Son muchas las personas que me han escrito por privado o comentado en el post que escribí sobre el fetichismo de manos, agradeciéndolo por sentirse con ello acompañadas, pues pensaban que eran las únicas. Y esto, tú que me lees, no deberíamos permitirlo. No dejemos que las personas sientan que les pasa algo malo o raro por tener gustos menos popularizados, no dejemos que necesiten rebuscar para sentirse parte de algo. No dejemos que los estigmas nos carguen la mochila. Abramos la mente y liberemos esos placeres ocultos que, quizá no salgan en las películas, pero son fuentes inagotables de fantasías para nuestra propia ficción real.
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