Es interesante comprobar cómo cambian las cosas según el momento en que las veas; nuevas perspectivas, viejas películas.
Nos sorprendemos, ya de adultos, encontrando numerosas referencias erótico-festivas en nuestros dibujos animados de la infancia. En aquel momento no distinguimos nada extraño, pero a día de hoy, con nuestra mentalidad, a veces más pervertida que otras, descubrimos todas esas referencias y nos asombramos de no haberlas descubierto.
ACCIDENTE, INTERPRETACIÓN O… INTENCIONADO
Cabe preguntarse si esos momentos que ahora interpretamos como eróticos o de referencia sexual fueron originados por mero accidente, se trata de una interpretación personal nuestra, o si, por el contrario, dibujantes de entonces tenían la intención de colar estas referencias escondidas a plena vista.
No dudo de que muchas de esas referencias fueran plenas casualidades que aúnen la interpretación y el accidente; pero estoy convencida también de que alguna de ellas, sino muchas, son totalmente intencionadas. Como una rebeldía sin víctimas, que propone ser un gesto para los adultos y unas risas ahora para quienes lo vimos con inocencia en su momento.
NUEVAS PERSPECTIVAS, VIEJAS PELÍCULAS
Es interesante descubrir nuevas perspectivas en viejas películas que vimos hace muchos años, y darnos cuenta del mensaje que entonces no entendimos. Hace unos días volví a ver la película «Un pez llamado Wanda», de 1988. Por aquel entonces yo tenía dos años, y tardaría bastantes en verla, pero incluso cuando la vi años después (incluso la penúltima vez, no hace mucho tiempo), no percibí lo que sí hice la semana pasada.
En una escena Kevin Kline se olía su propia axila con insistencia (acto que realizaba también en contextos no eróticos), y después, a medida que iba quitando prendas a Jamie Lee Curtis, las olía una a una incrementando así su deseo sexual. La olfactofilia, como puedes imaginar, es un fetiche en el que el olor corporal es fuente de excitación.
Jamie Lee Curtis tiene también un fetiche en la película, ella se excita al oír hablar en otros idiomas. Así, los diversos amantes le hablan en italiano, ruso…y en ella provoca una alta excitación que interpreta durante la escena, casi pareciendo que va a alcanzar el clímax a través de esas palabras. La acustofilia es el nombre del fetiche, la música, los poemas o escuchar una lengua extranjera son los vehículos para la excitación.
No fui consciente, hasta este último visionado, de lo que estaba viendo realmente, y percibirlo como una realidad erótica más que como un paripé cómico; cosa que había hecho hasta el momento.
VER MÁS ALLÁ
En numerosas ocasiones nos limitamos a ver una película, seguir la trama, y, con ojo crítico, descubrir alguna cosa que no debería estar donde la pusieron, que no está bien relatada o que se pasa el rigor histórico por el arco del triunfo. Esto último más complicado, gracias a ese piloto automático que solemos usar cuando nos entretenemos.
Pero suele ser más complicado realizar una doble lectura a la ficción que llena la pantalla, a menos claro, que nuestra mente esté predispuesta a ello. En ese momento podemos percibir pequeños gestos como grandes logros sociales, traducir escenas pseudo cómicas en representaciones eróticas, descubrir referencias sexuales y/o sociales/políticas en viejos dibujos animados, y darle un nuevo punto de vista a esa obra que, quizá hace muchos años, nos dejara indiferentes; probablemente por no ser el público objetivo de dichas referencias.
NUESTRA MIRADA NO ES INFANTIL
Podemos llegar a escandalizarnos, sorprendernos, o quedarnos con el culo torcido al ver ciertas referencias, en especial cuando están dirigidas a menores. No obstante, no debemos olvidar que nuestra mirada no es infantil, y por ello no vemos lo mismo ante una misma escena. Nuestra mente está cargada de ideas preconcebidas, en ocasiones de un insano síndrome puritano, de una traducción adulta del mundo.
No podemos esperar, ni desear, que nuestros peques vean lo mismo. Ni mucho menos venderles nuestra realidad como única. Deberán, como nos pasó en nuestro desarrollo, disfrutar de esa inocencia de forma libre, interpretando a su manera. Ya tendrán tiempo de descubrir, a su tiempo, referencias eróticas en sus dibujos favoritos.
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