Tal cual, no tienes que experimentarlo todo en el sexo. Ya sea que estás comenzando a descubrir tu sexualidad, o que lleves años haciéndolo, debes saber que no existe ninguna cartilla de puntos que rellenar, y que probar menos cosas no te hace menos cool, ni probar más te hace ser mejor.
EXPERIMENTARLO TODO EN EL SEXO
Con experimentarlo todo el el sexo me refiero a tener la sensación de que debes probar cada práctica erótica al menos una vez en la vida. No es necesario, en serio. Muchas veces, en especial cuando tenemos ansias por explorar y descubrir nuestros gustos, nos marcamos metas sexuales que, si lo pensamos bien, no son deseadas en realidad. Son cosas que hemos visto, cosas que nos han contado otras personas, cosas de las que hemos leído. Incluso algunas que hemos probado y luego nos hemos preguntando qué nos llevó a eso.
La curiosidad sexual es muy sana, igual que lo es disfrutar de tu sexualidad como gustes, siempre que haya consentimiento y deseo. Si quieres probar algo, por extravagante que pueda sonar, y tienes con quien, adelante. Pero no dejes que la presión social, las modas o una imaginaria lista de «pendientes» te obligue a hacer algo que no deseas.
No eres menos si eres feliz con una postura y sin haber probado un juguete erótico jamás. No eres más si tienes un arsenal de juguetes y el kamasutra es tu libro de cabecera.
UNA CONFESIÓN
Hasta hace unos años, menos de los que me gustaría admitir, tenía el convencimiento de que debía experimentarlo todo en el sexo. Especialmente al dedicarme a la divulgación sexual. Y no sólo probarlo, sino que debía gustarme cada práctica; como si un chef tuviera que probar todas las combinaciones de alimentos posibles, y gustarle, para poder llamarse chef. Una bobada de tamaño industrial.
Me costó algún tiempo darme cuenta de que estaba bien querer probar cosas nuevas y explorar. Pero también poner líneas rojas ante aquello que no me atraía en absoluto. También me di cuenta que no debía tachar todas las casillas, pues no existían tales casillas, y que lo que hoy me parecía deseable y lo que me parecía desagradable, quizá mañana podría ser diferente. Y eso estaba —y está— bien. Evolucionamos, cambiamos, y nuestros gustos y deseos lo hacen también.
Me costó también quitarme esa presión, a veces real y otras imaginaria, que otra gente ponía sobre mí. Si me preguntaban si me gustaba algo, me resultaba incómodo decir que no lo había probado, o que no me gustaba. Visto en perspectiva, creo que el porno tuvo algo de culpa en ello, tanto por mi parte como por otras personas. Si me dedicaba a la divulgación sexual, a hablar de sexo, debía ser MUY sexual y probarlo todo.
Lo cierto es que no, aunque me costó aprenderlo.
LA OBSESIÓN DE EXPERIMENTARLO TODO EN EL SEXO
Cuando vivimos con esa presión de acumular prácticas eróticas sólo por probar cosas nuevas, no se disfrutan igual. De alguna manera sería como privarse de una postura o juego sexual porque ya lo hiciste una vez y todavía te queda mucho por hacer.
Por más que me gusten las películas nuevas, sigo disfrutando con aquellas que me hicieron reír o pensar, me distrajeron o me marcaron de algún modo. Aun con la teoría de que que hay más películas que prácticas eróticas, es difícil llegar a todas. Pero no es motivo suficiente para dejar de rescatar nuestros clásicos, sea «La princesa prometida» o follar a cuatro patas mientras un vibrador estimula el clítoris y te dan unos azotes.
Permítete innovar en el grado que lo desees. Permítete repetir cuanto te apetezca. Permítete dejar te presionarte por acumular experiencias. Permítete vivir tu sexualidad a tu manera, no como alguien cree que debes hacerlo.
LIBRE PARA EXPLORAR, O NO
Vive tu sexualidad como quieras. Explora, prueba, descubre, sube niveles de intensidad, de complejidad. O no. No pasa nada. Lo importante es vivir tu sexualidad con libertad, sea de la manera más sencilla y convencional, o de la forma más original y transgresora.
La vida ya es difícil, no sumemos dificultad con algo que debería ser puro placer; tu sexualidad.
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