Una fobia se entiende por el miedo hacia algo concreto, racional o irracional. No obstante, ante lo que vivimos actualmente, se dibuja algo muy grave a nivel social, pues no es fobia, es puro odio.
Y no precisamente un odio silencioso. Ese que antes quedaba en la barra del bar o el círculo más íntimo, ahora campa a sus anchas por cuántos medios digitales estén disponibles, por cada calle, cada centro de trabajo o educativo. No discrimina, irónicamente, ni instituciones, ni clases sociales, ni distritos postales. El odio, de hecho, es respirable en el ambiente. Y son quienes representan esa fobia de las mentes más obtusas quienes terminan pasando miedo.
EL MIEDO
Ser diferente siempre ha sido motivo de señalamiento. Sea por unos motivos u otros, las personas que se atrevieron en algún momento a salir del tiesto más tradicionalista han sido foco de burlas, críticas, ostracismo y violencia.
Con el escudo del miedo parece que, por triste que suene, todo vale. «Tengo miedo, en lugar de intentar conocer eso que es nuevo para mí, voy a eliminar a cualquier medio lo que no entiendo». Eso es lo que parecen pensar muchas personas cuando dan con alguien que no sigue los estándares con los que se crio, los ideales que le inculcaron en la infancia o la cuadrícula que cree como única forma de vida.
Fobias hay muchas, pero ahora hay un auge de las «fobias». Sí, entrecomillado, pues lo tildan de fobia cuando se traduce en puro odio. Por tu tipo de cuerpo, tus ideales, tus gustos musicales, tus gustos alimentarios o tu orientación o identidad sexual.
AHORA NO IMPORTA MI VOZ
Es eso último lo que me trae a escribir este artículo. Sé que ahora no es mi voz la que importa, que hay miles de personas con mucha mayor autoridad que deberían ser escuchadas mucho antes que yo. Sé, también, que lo que yo diga poco o nada influirá en la sociedad media.
No obstante, no puedo permanecer impasible cuando veo que el odio se expande como la pólvora, cuando veo a otras personas temer ser quienes son, tengan o no relación con el colectivo LGTBIQ+, cuando una mente perturbada puede poner a cualquiera en el foco de su odio y acabar con su libertad, su tranquilidad, o incluso su vida.
FOBIA LGTBIQ+
No contentos con eso, se disfraza ese puro odio de fobia. O lo que es peor, se oculta, ignora y evita mención alguna al odio. Como si de una casualidad se tratara que tantas personas sufran violencia en los mismos términos por mera casualidad. Gritar «maricón, te voy a matar» o composiciones similares debe ser algún tipo de mantra que nada tiene que ver con el odio; o al menos eso quieren hacernos creer quienes deberían velar por nuestra seguridad, quienes deben juzgar con justicia.
Pero, sin ser nada nuevo en el horizonte, volvemos a ver que la seguridad y la justicia tienen colores muy definidos y olor a naftalina. Siempre contando con una sociedad podrida de odio, una sociedad que no se siente herida hasta que se ve sangrar, una sociedad que no ve el peligro hasta que es demasiado tarde.
Hasta que ese puro odio irracional invade un colectivo tras otro, hasta que las leyes afectan en primera persona o eres tú quien siente que tus denuncias son menospreciadas y los dedos te apuntan con inquina.
EL REVIVAL QUE NUNCA DESEAMOS
Quisimos Quise pensar que había cosas que nunca volverían a ser iguales, que habíamos evolucionado como sociedad. Pero luego llegó la crisis, el auge del nacionalismo, del racismo, la xenofobia, la LGTBIQ+fobia, y nos resultó una sociedad con miedo a perder la mierda que le quedaba por el momento, agrediendo a cualquiera que fuera mínimamente dispar a su ideal. El morir matando no tomaba tanto sentido desde la Guerra Civil. Un revival de puro odio y violencia disfrazado de libertad y espíritu patrio.
Un puñado de personas a quienes han engañado haciendo creer que son otros, y no quienes están en las élites, quienes les roban lo suyo, sean trabajos, espacios o derechos. Marionetas que sólo entienden de odio, alentándolo y haciéndolo prender con toda la frustración de su ideal imaginario. Ese ideal que pertenece, muchas veces, más a principios del siglo XIX que al XXI.
Un revival que da miedo, pavor. Que es capaz de aterrorizar a cualquiera, menos a quien no comprende que mañana puede ser su cara la que sea juzgada por algo aparentemente inocuo y termine siendo quien reciba las patadas que antes lanzaba a otros. Pues si hay algo claro, es que el odio es fiero e irracional.
NO SE TRATA (SÓLO) DE AMOR
Hace no mucho se nos llenaba la boca con el LOVE IS LOVE, particulares y empresas con el eslogan como bandera, creyéndonos super tolerantes. Y si bien el amor es importante en nuestras vidas, no toda la LGTBIQ+fobia viene de con quién tienes relaciones o a quien invitas a tu cama. Con esta fobia, este puro miedo, se está violentando también a alguien por el mero hecho de SER. Viendo, encima, como hay quienes esperan un pin y una estatua por decir que las personas pueden «elegir» ser lo que quieran (sin olvidar, en algún momento, tirar por ahí un comentario que viene a decir «pero que a mí no me miren»).
Lo que no se entiende en algunas esferas es que ni la identidad ni la orientación sexual se eligen; como tampoco eliges cómo respira tu cuerpo o de qué color sangras.
CIS-HETERO, NO SEAS PARTE DEL PROBLEMA
Debemos parar ya, todas las personas cis-heterosexuales, de dar «permiso» para ser quien es a nadie. Debemos parar de pensar que nuestra heterosexualidad es la norma y que somos muy modernos cuando tenemos amistades LGTBIQ+, debemos dejar de creer que cualquiera intenta tirarnos los tejos o «que nos unamos al club». Debemos dejar de esperar que nos expliquen su identidad sexual con dibujitos y de especular o (peor) preguntar sobre sus genitales a personas trans.
Debemos, al menos quienes presumimos de tolerancia, progresismo e igualdad, ser parte de la solución, y no del problema. Estar cuando haya que celebrar, pero también cuando haya que gritar, apoyar y reivindicar.
MAMANOLEAS, ES UN LUGAR SEGURO
Si formas parte del colectivo LGTBIQ+
No te voy a mentir, posiblemente no me veas en la calle al frente de una pancarta (mi ansiedad social tiene demasiado poder). Por contra, sí me encontrarás dándote la mano cuando tropieces, escuchándote cuando lo necesites, apoyándote, dándote impulso, aprendiendo contigo y de ti, llorando a tu lado.
Quiero ser un lugar seguro para quien lo necesite. Quiero poder formar parte de una sociedad que no muere por odio, sino que crece con amor; y no amor con el que follas, sino amor hacia el ser humano. Amor como personas en el mismo barco, por más que haya alguien pensando que esto es el Titanic y tiene que eliminar a otros para no perder sus privilegios.
Si llevas el odio por bandera
A ti tampoco te voy a mentir, no me interesa lo más mínimo que leas mis artículos. Esta web es un espacio inclusivo y tolerante, y es por ello que cualquier idea decimonónica sobre la sexualidad, incluyendo identidad y orientación, sin ánimo de aprender sino de esparcir odio, será vetada.
Siendo sincera, no sé si estas palabras tienen sentido. No sé si servirán para algo, ni si rebotarán contra la pared de la ignorancia de quien más necesita reflexionar sobre esto. Sólo sé que tenía que dar salida a una parte de esa indignación e incredulidad que me llena desde hace meses.
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