Últimamente he pensado mucho en el monopolio de la satisfacción, y cómo puede afectar al mercado y, lo que es más importante, al público. Prepárate para leer un artículo extenso y repleto de reflexiones en las que la marca Satisfyer —por si el título no te había dado pistas— será un importante protagonista.
ANTECEDENTES
Incluso para las reflexiones viene bien marcar unos antecedentes, así que empecemos por el principio.
En 2014 se lanzaba el primer succionador de clítoris del mercado de la mano de Womanizer, una marca que terminaría formando parte del Wow Tech Group. Un producto totalmente novedoso y capaz de estimular el clítoris como NUNCA antes se había visto. Diría, por tanto, que en 2014 inició una nueva revolución sexual, aunque aún tardaríamos en conocer las dimensiones que alcanzaría.
En 2015/2016 apareció en escena Satisfyer, una marca nueva de origen alemán, y su producto Satisfyer Pro 2. Este producto imitaba la estimulación del primigenio Womanizer, y que se vendía a un precio inferior. En el primer semestre de 2016 ya aparecía anunciado en la mayor publicación del sector en España, Sugextions. Para el segundo semestre, había multiplicado por dos (o tres) su presencia en la revista.
EL MONOPOLIO A LOS TRIBUNALES
La investigación en este área es difícil, por un lado la barrera idiomática (en alemán sólo sé decir «te quiero» y «gracias») que hace la búsqueda especializada complicada; y por el otro el hermetismo que, desde cualquiera de las empresas, se ha instaurado. Sí ha habido algunas declaraciones, pero siempre de manera superficial.
Al margen de esta dificultad, es conocido que Wow Tech ha demandado a Satisfyer en diversas ocasiones por, supuestamente, plagiar patentes y otros motivos similares. Veo referenciadas en medios dos en concreto: una datada en 2016 en el tribunal de Baviera, y otra en 2018 en el tribunal de Düsseldorf.
2016 EN BAVIERA
Tras escuchar los argumentos de ambas partes, se avanzaban duras medidas contra Satisfyer (multas e incluso cárcel). Finalmente las empresas llegaron a un acuerdo extrajudicial (que o no ha trascendido o no lo he encontrado) donde se reconocía a Wow Tech. Y como diría aquel, aquí paz y después gloria.
2018 EN DÜSSELDORF
Wow Tech demandó por plagio, Satisfyer dijo que habían diseñado los productos de manera autónoma, y el tribunal dijo algo así como que no colaba. Wow Tech hacía el siguiente comunicado: «EIS GmbH (la empresa responsable de Satysfier Pro 2) debe dejar de ofrecer el producto en Alemania, comercializarlo o importarlo. Asimismo, debe compensar a Womanizer por todos los daños incurridos. Por otra parte, EIS GmbH está obligado a retirar sus productos de todos los canales de distribución». Terminó funcionando regular, y la prueba es que puedes comprar un Satisfyer Pro 2 hasta en grandes superficies y farmacias, como si adquirieras un aparato de cuidado facial.
PLAGIOS, COPIAS Y UNA INSPIRACIÓN DEMASIADO CLARA, PRESUNTAMENTE
Puede que en este artículo acabe usando el término «presuntamente» más de lo normal. Permíteme que me salve el culo, pues mi equipo legal es una suscripción incluida en mi plan de telefonía, y no me acabo de fiar (ni siquiera sé si sigue activa…).
El monopolio de la satisfacción fue creciendo a un ritmo vertiginoso, en gran medida gracias a la «presunta» copia de productos de la competencia. Aparecieron en el mercado, de la mano de Satisfyer, innumerables succionadores de clítoris con una tecnología (presuntamente) «muy parecida» a la de Womanizer, algunos con una estética similar a algunos de sus productos (como la colección Satisfyer Luxury).
También vieron la luz vibradores con una estética claramente parecida a los juguetes de Fun Factory, no sólo empleando atractivos y llamativos colores para sus siliconas, sino que incluso imitan diseños. Algunos ejemplos son: Volta, Big Boss, y Cobra Libre de Fun Factory (arriba); que se convirtieron en Power Flower, Master y Satisfyer Men Vibration (abajo) respectivamente. No tienes que creerme a mí, las imágenes hablan por sí mismas.
Con el tiempo ha seguido pasando, pero es cierto que el juguete producto de la inspiración no ha resultado ser TAN evidente. Excepto casos puntuales, como Traveler, que resultó ser muy similar a Liberty de Womanizer que llegó meses antes al mercado.
DICEN POR AHÍ…
Por supuesto soy consciente de que esto resulta mucho más evidente cuando se mira desde dentro del sector. Quien pasea por una tienda erótica y se topa con un producto, o lo ve recomendado por alguien a quien sigue, no se para a pensar en si son productos con un diseño original, si fueron los primeros en llegar o si están claramente inspirados en otros anteriores. Es lógico. Yo tampoco me lo planteo cuando compro productos de otros sectores. ¿Acaso me verás debatiendo moralmente si Coca Cola llegó antes que Pepsi en el lineal del supermercado? Va a ser que no.
Preguntas sobre la ética de la compañía, la calidad de los materiales, la eficacia de la estimulación, la garantía de calidad u otras muchas cuestiones serán prioritarias. Y tristemente, muchas veces tampoco se plantean. Igual que no lo hago yo con los refrescos de cola; compraré en Coca Cola Normal y Pepsi Max con lima porque me gustan, sin más, seguramente porque no me he informado en profundidad sobre ninguna de las dos opciones y porque todos los datos que han llegado a mí, dentro de lo que son las bebidas carbonatadas, resultan ser positivos.
PUBLICIDAD, LA NUEVA RELIGIÓN
La publicidad es un motor de nuestra sociedad, y consecuencia directa del capitalismo. Somos capaces de comprar increíbles mierdas con tal de que nos las vendan bien. Ojo, aquí me refiero a cualquier producto de cualquier marca. La constante publicidad nos apabulla, en muchas ocasiones nos crea una necesidad inexistente, y otras cuantas corremos a comprar ese producto que promete ser fabuloso, riquísimo, comodísimo, y cualquier adjetivo capaz de abrirnos la cartera.
Por desgracia este sistema está diseñado para que, salvo ocasiones puntuales o compras de gran envergadura, compremos cuasi compulsivamente. Eso limita nuestra capacidad analítica, nos dejamos conquistar por testimonios que hablan maravillas, por una publicidad impactante y nos saltamos el sano paso de una pequeña investigación. No hablo de crear una alerta en Google, hacer una encuesta en el barrio y consultar 25 ofertas similares, pero sí un poco de sentido común.
Cuando esa publicidad viene encubierta (aunque ahora legalmente debe avisarse de que es promoción), y el testimonio lo da alguien a quien seguimos, en quien confiamos, somos mucho más vulnerables a terminar adquiriendo el producto. Si la publicidad es la nueva religión, los influencers son los nuevos mesías.
UNA TITÁNICA CAMPAÑA DE MARKETING
Gran parte de la estrategia comercial del monopolio de la satisfacción ha ido muy ligada a una amplia gama de influencers. De la noche a la mañana, el Satisfyer —como si sólo hubiera un modelo de succionador y éste fuera el Pro 2— apareció por todas partes. Todo el mundo hablaba de él, quien lo había probado, quien lo deseaba, quien creía que su pareja le dejaría por el juguete… Una conversación global constante.
A mí me pilló por sorpresa, como imagino que les pasó a compis de profesión. Jamás se vio tal movimiento con un juguete erótico. El producto en cuestión llevaba años vendiéndose y contaba con un gran número de fans, pero desde lo apocado de la sexualidad. En el sector lo conocíamos, hablamos de ello, lo recomendamos, pero el boom de popularidad fue tan brutal que pilló a todo el mundo desprevenido.
EL PAPEL DE LOS MEDIOS EN PRO DEL MONOPOLIO
La campaña de marketing fue tan impresionante que llegó a todos los segmentos de población. No sólo a través de acciones con influencers, sino con infinidad de artículos en medios (algunos patrocinados y otros no) hablando de las bondades del producto, de la innovación, del éxito de ventas… Cualquier tema resultaba susceptible de colar alguna referencia a Satisfyer, aunque resultara en artículos forzados.
Era (y es) irrelevante qué medio, el target, la línea editorial y lo que quieras añadir. La marca, y el producto estrella en particular, se convirtió en foco de artículos sobre sexualidad, consumo, economía, negocio, salud, política… Algo inaudito, especialmente con el gran estigma que, aún a día de hoy, tienen los juguetes eróticos.
Se convirtió en la primera marca de juguetería erótica en emitir un anuncio en televisión. Creo que no te haces una idea real del hito que esto supone, en especial con toda la censura que sufrimos en redes sociales quienes divulgamos sobre sexualidad.
PATROCINANDO HASTA TU CUMPLEAÑOS
Quizá ha sido exagerado lo de tu cumpleaños, pero no por mucho. Es habitual ver a una selección de marcas —las más conocidas— patrocinar publicaciones o eventos del sector. Coexistiendo con otras de una manera más equilibrada, o al menos percibiéndose así.
Con la titánica campaña, el monopolio de la satisfacción pasó a ser cabeza de cartel en infinidad de espacios. En algunas newsletters aparece su logo una media de 2-3 veces, y de un tamaño muy superior a otras marcas (Xbiz, por ejemplo). En cuanto a publicaciones en revistas especializadas: una marca random suele aparecer en 1-2 páginas de la revista en cuestión, una marca más conocida (WeVibe, Fun Factory, LELO…) aparece en 2-5 páginas de media. La presencia de Satisfyer ha sido sustancialmente más dominante, con 7-35 páginas de media en una sola publicación.
A GOLPE DE TALONARIO
Obviamente la publicidad es necesaria en todos los sectores, el de los productos eróticos no iba a ser menos. Hace que la gente conozca tus productos, que los pueda recomendar, que se hable de ellos… La duda que me surge es si un enorme presupuesto en publicidad no es finalmente una manera de comprar el éxito y la relevancia a golpe de talonario. Y en ese caso, ¿es realmente tan buen producto, o lo que es bueno es el equipo de marketing y la chequera?
EL MONOPOLIO COPANDO EL MERCADO
Con un inicio controvertido, la marca continuó creciendo a un ritmo constante. Si bien enseguida tuvieron una buena variedad de productos, muchos tenían un presunto parecido con otros que ya estaban en el mercado. No es infrecuente, en éste o cualquier otro sector, que una marca impulse un producto/tecnología y, con el tiempo, ver como otros llegan a sacarle partido al mismo concepto.
Tampoco es extraño entre los juguetes eróticos, que haya similitudes entre nuevos lanzamientos y productos que ya llevan algún tiempo a la venta. Durante mucho tiempo se ha estado trabajando sobre pocos modelos base y buscando alternativas a esos con diseños más o menos diferentes. Hay cabida para la innovación (sí, todavía es posible), pero también hay ciertas limitaciones prácticas, anatómicas, tecnológicas y económicas.
TOQUE PERSONAL
La mayoría de las marcas, al menos las que trabajan un poco la diferenciación, suelen tener un estilo que las caracterice. La presencia de elementos decorativos, la forma concreta de los botones, un acabado determinado… Es lógico pensar que esa imagen de marca, ese sello de autenticidad, requiere de un proceso y un tiempo; como quien forja su personalidad. En el camino podemos tener la tentación de imitar a otras personas, tomar actitudes de aquí y de allí, hasta hacer nuestra mezcla única.
Satisfyer ha forjado su personalidad sobre las cualidades de otros pero, presuntamente, con la intención de hacer ver que eran cosa suya. A base de tomar de referencia (demasiada) productos de otras marcas y con un presupuesto estratosférico, se ha convertido en el monopolio de la satisfacción.
¿NO ES EXAGERADO HABLAR DE MONOPOLIO?
Es subjetivo. Y técnicamente inexacto con la idea de «única empresa que ofrece un servicio/producto» en mente. Por supuesto, sigue habiendo muchas empresas en el sector de la juguetería erótica, algunas de ellas muy grandes y conocidas, y que obtienen cuantiosos beneficios.
Cuando hablo de monopolio en este artículo puede interpretarse de manera simbólica. Pero también como una forma de manifestar el asalto al sector de manera «agresiva», copando el mercado y como pronóstico si todo sigue el mismo curso.
¿ES POSIBLE COPAR EL MERCADO?
Si partimos de la base de que todo tiene un límite, obviamente sí. Cualquier mercado tiene un techo, y si bien hay sectores más fundamentales que otros, es claro también que hay sectores mucho más prescindibles. Comemos cada día, compramos ropa cada pocos meses, cambiamos de móvil cada dos años… Un producto erótico, por fantástico que sea, no resulta un bien de primera necesidad, ni lo necesitas para el trabajo (a menos que seas compi) ni para desplazarte.
Con las cartas sobre la mesa, puedes prescindir mucho antes de un juguete erótico que de un móvil o de un modelito nuevo. Hablamos también de productos que, bien cuidados, pueden tener una vida útil de muchos años. Es lógico pensar entonces que no compras juguetes eróticos con una gran frecuencia. Por tanto, el público objetivo es más reducido, y éste no va a comprar juguetes todas las semanas. Ergo, al menos en mi mente, sí es posible copar el mercado.
Y, no obstante, la base del tema no es el mercado copado en sí, sino que vaya de la mano de un monopolio. Como ir a una fiesta, llevar un regalo que imite los regalos de los demás, y comerte la tarta entera sin remordimientos, armando una competencia feroz y sin reglas.
Esto, creo, no se trata de que el pastel se lo coman los primeros que llegaron, sino de que cada cual pueda obtener un trozo sin quitarle el plato a nadie.
COMPETENCIA ÉTICA
Soy una firme defensora de una competencia ética y constructiva, y así pretendo actuar en mi vida profesional. Por supuesto, meto la pata y a veces me ataca el nervio de la envidia cochina (o el de la tontería), aunque intento controlar ese aspecto y que quede entre mi conciencia y yo (pero ese no es el tema). Creo también que cada cual tiene su estilo, su campo especializado, algo que identifica su forma de trabajar, de divulgar, de exponer. Y, lo que es más importante, creo que podemos coexistir y —prepárate— ¡colaborar! Y pienso eso porque soy un unicornio que cree en la ética profesional.
Cuando el monopolio de la satisfacción quiere abarcarlo todo, sin encontrar su punto de especialización, su personalidad, es muy probable que acabe olvidando (u obviando) la competencia ética. Cada vez que leo revistas especializadas, y veo más y más anuncios de próximos productos de Satisfyer, ruedo los ojos. No porque haya o vaya a sacar un nuevo producto, sino porque creo que le falta —a la marca en general— un filtro. Como si hubieran dado luz verde a todas las «ideas» del equipo de diseño, hasta aquellas más irracionales.
Han activado el chip de «vender, vender, vender» y no se han parado a pensar en si realmente es buena idea, si es funcional, si no tienen ya 16 productos prácticamente iguales… Cada semana termino recibiendo un mail sobre nuevos lanzamientos de la marca. ¿Cuántos de ellos terminarán siendo mínimamente relevantes? ¿Uno o dos al año?
UNA CUESTIÓN DE PRECIO
Una de las principales características del monopolio de la satisfacción es, además de las presuntas inspiraciones, el precio de sus artículos. Suelen tener un precio económico, especialmente en contraposición de sus principales competidores y/o marcas más reconocidas del sector (y anteriores inspiradores, presuntamente). Fácilmente puedes encontrar un juguete por 50€ a primera vista similar (mucho) al que otra marca de alta gama vende por el doble.
También partimos de una sociedad golpeada con dureza por una crisis económica global. Queremos ahorrar de donde podamos, porque si a veces ya nos resulta difícil darnos un capricho, tener que ahorrar el doble por «lo mismo» nos sabe muy mal. Vivimos en una intranquilidad económica y laboral que prioriza lo barato a otros factores. Si en España nos cuesta independizarnos, y pagar la cuota de autónomos se convierte en los Juegos del Hambre cada mes, ¿cómo vamos a atrevernos a gastar 150-200€ en un juguete, por más que vaya a durarnos 10 años? Cuando lo hacemos, si podemos, meditamos mucho la compra. Si tú eres de ese grupo afortunado que no sufre por cada gasto que tiene, igual te lanzas a la piscina más fácilmente.
Los precios son, sin duda, un gancho para la venta, y un factor muchas veces determinante. Y no es infrecuente que, a poco que alguien mire funcionalidades por encima, se decante por el barato. Y como la marca Satisfyer ya es mundialmente famosa, se llevara esa sensación de tranquilidad. Pero, ¿es realmente el precio todo lo importante?
LA CALIDAD A EXAMEN
Mentiría si dijera que no me he decidido alguna vez (o muchas) por la opción más barata de algo. Consecuencias de ser una pobre autónoma que no puede pagar sus gastos con productos (¡habrase visto!). No obstante, creo que el dicho de «lo barato sale caro» tiene mucho de verdad.
Por supuesto, podemos encontrar productos de calidad a precios competitivos, pero cuando el ritmo de «diseño» es tan vertiginoso, es imposible evaluar la calidad con precisión. Y así pasa que de pronto te encuentras en las manos un juguete que, a primera vista, no tiene mala pinta, pero que cuanto más examinas, más fallos encuentras. Analizas el juguete de manera individual, y encuentras cositas. Analizas el juguete en comparación a otro muy similar de una marca que gasta más tiempo en la calidad, y no hay color.
Sí, es posible que eso sea algo intrínseco en quienes nos dedicamos a este mundillo y para el resto del mundo pase inadvertido. Pero creo que lo adecuado es pintar bien las paredes aunque quien vaya a vivir en esa casa sea invidente.
¿LA SITUACIÓN ES IGUAL EN ESPAÑA QUE EN HOLANDA O EEUU?
Para este artículo quería conocer la opinión de sexbloggers de otros países que pudieran, o no, darme una visión diferente. Puede que en otros lugares el crecimiento del monopolio de la satisfacción se viviera de otra manera, pero tras la consulta, parece que es más de lo mismo. Quiero compartirte aquí las opiniones de dos compis:
JAY DE TESSTESST, DESDE HOLANDA
«Satisfyer ciertamente está muy presente en los Países Bajos, pero no es tan insistente como parece en España. Definitivamente son las marcas más buscadas en nuestro sitio web, y de hecho en Google, porque son baratos. Desde que pasaron de simplemente copiar buenos juguetes y crearlos a bajo costo (y a menudo mal), en realidad hemos tenido varios juguetes que teníamos que decir que eran muy buenos.
Sin embargo, los holandeses son muy sensibles al exceso de marketing, por lo que diría que su estrategia aquí es muy diferente a la de España. Yo, personalmente, veo a Satisfyer como la marca que está haciendo lo que hizo Amazon con las librerías, llevar a la bancarrota a las otras marcas al vender menos para monopolizar el mercado, y parece estar funcionando, ya que Satisfyer (o su empresa matriz alemana, EIS) está lanzando nuevos juguetes a precios que las otras marcas más grandes no parecen poder afrontar.
Sin embargo, creo que depende de nosotros, los «sexbloggers», mantenerlos bajo control».
EPHIPHORA DE HEYEPIPHORA, DESDE EEUU
«Me alegro de que estés escribiendo sobre ellos. Absolutamente odio cuánto estafan a otras marcas. Literalmente llamaron a su marca SATISFYER en respuesta a la popularidad de Womanizer.
Creo que han comprado su camino a la cima. Aquí también se anuncian constantemente y patrocinan eventos. Su nombre está en todas partes y sus precios son muy bajos, así que creo que es por eso que el público se ha dado cuenta. Los consumidores habituales a menudo no conocen marcas específicas de juguetes sexuales, pero conocen Satisfyer.
Creo que Satisfyer apareció en el momento adecuado, justo cuando explotaron los juguetes de flujo de aire, y ahora están montando esa ola tanto como sea posible».
EL RECLAMO SATISFYER
La cosa ha llegado a unos niveles de popularidad que se emplea la palabra «satisfyer» como sinónimo de juguete erótico, aunque sea lo más alejado posible a un succionador y la marca no tenga nada que ver.
El término resulta tan común como el «papel de albal» o la «spontex». Cómo una marca que produce un producto acaba convirtiéndose en un vulgarismo que entiendan millones de personas. Me parece fascinante. Especialmente cuando el monopolio de la satisfacción ha basado, digamos presuntamente, sus inicios en la imitación, y ahora se usa su nombre para englobar cualquier producto mínimamente relacionado. Uf, da que pensar…
También es digno de mencionar el efecto llamada. Por una parte evidente, pero tan prostituido que está perdiendo su sentido. Cuando haces una búsqueda en Google con la palabra Satisfyer, aparecen muchas entradas que poco o nada tienen que ver con la marca o sus productos. Se está usando el nombre no sólo como marca o sinónimo de succionador, sino de cualquier juguete erótico. Los medios, tiendas, y el público en general, cuelan la palabreja por donde pueden y terminan apareciendo resultados que no tienen ningún sentido. Como etiquetar como pollo todo lo que sea carne blanca, por supuesto te hartarás a ver recetas de conejo que no te interesan.
Ha llegado a ser tan común, que en muchos artículos en medios se usa la palabra para hablar de la competencia. Durante la investigación he llegado a encontrar un artículo (mínimo) sobre Womanizer en el que nombraban Satisfyer una o dos veces, pero la marca en cuestión, protagonista del artículo, un total de CERO veces.
DATOS INÚTILES
La validez de estos datos es ninguna. Son cifras que cambian cada vez que repito la búsqueda, pero he querido dejarlo por aquí para que veamos que, de alguna manera, las apariencias engañan.
Cuando haces una búsqueda en Google te indica el número de resultados y el tiempo que ha tomado. Veamos algunos datos inútiles que, seguro, serán diferentes cuando intentes replicar la búsqueda.
Satisfyer – aproximadamente 17.100.000 resultados (0.54 segundos) [El monopolio parece tener menos resultados, pero habría que analizar la calidad de los demás]
Womanizer – aproximadamente 25.800.000 resultados (0.54 segundos) [Indudablemente, aparecen muchos relacionados con la canción de Britney Spears]
LELO – aproximadamente 24.100.000 resultados (0.53 segundos)
We-Vibe – aproximadamente 357.000.000 resultados (0.48 segundos)
Fun Factory – aproximadamente 2.230.000.000 resultados (0.63 segundos) [Un grupo musical comparte resultados]
IMPULSANDO UNA NUEVA REVOLUCIÓN SEXUAL
Con la llegada del boom mediático de Satisfyer Pro 2, como si hubieran echado suero de la verdad sexual en el agua; todas las mujeres cis hablaban de masturbación, de su placer, de lo que les gustaba y lo que no, de experiencias, de qué juguetes habían probado, de cuál querían probar, de… DE TODO, todo eso que durante décadas se ha contado en petit comité, o directamente se ha mantenido en la más estricta intimidad por miedo a ser judgadas y/o avergonzadas.
De pronto era como ver esa bombilla que movemos con cuidado y por secciones en la divulgación sexual y la promoción de productos eróticos, alumbrar hasta donde alcanzaba la vista, y más allá con un haz nunca antes visto. Una titánica campaña de marketing después, la sexualidad y los juguetes eróticos eran un tema de conversación en cualquier ambiente.
SÍ, PERO…
Hay que reconocer el papel que jugó el monopolio de la satisfacción en la nueva revolución sexual. Al César lo que es del César.
Como pasó en su momento con 50 Sombras de Grey y el BDSM, Satisfyer logró poner sobre la mesa más pública el placer sexual en general, y la masturbación «femenina» en particular. Y de igual modo, por desgracia, de la que aportaba luz, enviaba señales equívocas.
La promesa de un orgasmo en dos minutos —sí, amigui, eso formó parte de la promoción— se tomó tan en serio que hubo mucha gente frustrada porque tardaba más en correrse, porque no lo lograba, o porque incluso le dolía la estimulación del famoso juguete. Se pensó, erróneamente, que por arte de magia funcionaría igual en todas las personas, siempre, sin importar las particularidades de cada cual o sus circunstancias.
Lo que resulta consecuencia de una gran campaña de publicidad, pero muy poca consideración hacia las personas. Una información que un sector especializado habría puntualizado de habernos escuchado, enmudeció por la promoción en cada rincón del país. Quizá peque de idealista, pero soy de la opinión de que no todo vale la venta, y que la ética y responsabilidad hacia el público es imprescindible, tengas 5 followers o 24 millones.
Tampoco voy a engañarte y decirte que esto de despreocuparse es único del monopolio de la satisfacción, en absoluto. Sólo que quizás tengan los pies mucho más cerca de la tierra y no quieran prometer lo que no saben si cumplirán.
MÁS RÁPIDO, MÁS RÁPIDO
¿Y la velocidad? Se ha hablado durante muchos años de la diferencia entre la respuesta sexual y cómo las «mujeres» tardaban más en alcanzar el orgasmo. La solución del mercado fue vendernos orgasmos en dos minutos porque, ¿quién quiere pasarlo bien a solas o en compañía, deleitándose con las sensaciones, si te puedes meter un chute orgásmico en 120 segundos?
Vivimos frenéticamente todo el día, ¿y ahora tengo que ponerme el cronómetro también cuando me masturbo? Surrealista. Y peligroso. Dejaré aquí este punto ya que hablé más en profundidad sobre ello en el artículo La falacia del orgasmo exprés.
SIN STOCK, ¿PERDONA?
La fiebre del «Satisfyer» fue tal que, por primera vez en la historia, se acabó el stock en TODOS los distribuidores, y había listas de espera en las tiendas para conseguir uno. Algo inaudito que, por supuesto, también merece reconocimiento.
Miles y miles de opciones en el mercado, y la gente se volvía loca sólo por succionadores del monopolio de la satisfacción. Finales de 2019 y principios de 2020 fue una auténtica batalla campal, un sálvese quien pueda obra del arte del marketing. Algo que continuó el resto del año, agravado por el confinamiento. De pronto un montón de gente quiso explorar su sexualidad, y en muchos casos se sirvió de los famosos succionadores.
Recuerdo que el primer pedido que recibí en la tienda, el mismo día que la abrí, fue un Satisfyer Pro Penguin. Y recuerdo cómo tuve que pedirle paciencia a la cliente porque era IMPOSIBLE obtener ninguno hasta 15-30 días después.
¿MUERTE AL MONOPOLIO DE LA SATISFACCIÓN?
En absoluto. Sería estúpido no reconocer lo que ha aportado el monopolio de la satisfacción a la sexualidad, y hasta al sector logrando el hito de «sin stock» generalizado. Y eso no quita que sus inicios están empañados de (presuntas) copias de producto, que algunas veces antepongan el precio a la calidad, que la publicidad resulta excesiva, repetitiva y extenuante, que… Bueno, no me hagas repetirte todo lo que ya he escrito antes.
Entiéndase que este artículo es un análisis, una reflexión personal. ¿Qué es crítica? Evidentemente. ¿Qué nadie me paga por este trabajazo? También. ¿Qué, ilusa de mí, creo en una competencia ética que no veo en Satisfyer? Sin duda. ¿Debe por esto eliminarse la marca del mercado? Por supuesto que no, pero un poco de autocrítica no les vendría mal.
SEAMOS REALISTAS
Sí, tienen productos buenos. Uno de mis succionadores preferidos sigue siendo ese pingüino que antes de ponerse smoking era rosa y tiene un diseño extraordinariamente ergonómico. Y otros productos tienen una potencia increíble que pocos otros logran, y buenos acabados. Pero también tienen productos de muy baja calidad, productos que en una prueba de campo decente no habrían salido adelante, productos que de haberlo pensado mejor, ni habrían coloreado el boceto, productos que, parece, sacan al mercado por inercia, como si al parar fueran a desaparecer como en un mal sueño.
¿Quiere esto decir que nunca más hablaré de productos de la marca? No, en absoluto, porque una tiene que trabajar y no puede elegir de dónde le viene el trabajo. Pero sí quiere decir que vender Satisfyer en la tienda no será una prioridad, que no pienso sumarme a una guerra de precios ni de locas ofertas, que seguiré siendo tan crítica con la marca dentro de mi compromiso profesional, que buscaré alternativas de otras marcas que considero más éticas, y hablaré claro a quienes asesore en la compra de un juguete.
HAY SATISFACCIÓN MÁS ALLÁ DEL MONOPOLIO
Ya lo he dicho y lo repito. La oferta de productos eróticos es increíblemente amplia y variada, hay mucha más vida (y placer) ahí fuera. Marcas muy conocidas, marcas competidoras de primera línea, súper innovadoras, y caras, sí. Pero también encontrarás productos estupendos de marcas casi desconocidas, de calidad y a precios asequibles que, sin el distintivo del monopolio (ni la intención), le dan mil vueltas a muchos de esos milagros de producción.
CONCLUSIONES
Termino este —eterno— artículo destacando algunos puntos. A día de hoy la existencia de un monopolio de la satisfacción puede resultar catastrofista, y cogida con pinzas, pero los pasos que está dando la marca son muy claros.
Si el sector erótico, comparado con otros, tiene un rango de acción limitado; sobrecargar el mercado con infinitos productos que, o se parecen mucho a los de otras marcas o a los de la propia firma, puede acabar copándolo. Ahora ya hay quienes ven determinadas marcas como monopolios, ¿qué pasará con las nuevas que surjan si el mercado resulta estar hipersaturado? ¿Acaso tendrán siquiera la posibilidad de aflorar?
No cabe duda de que, en esta carrera del monopolio de la satisfacción por comerse todo el pastel, hay muchísimo presupuesto en publicidad. Definitivamente es un caso de éxito, todo el artículo lo expresa, pero a mí siempre me queda la duda de si la ética tiene un precio y les ha dado igual pagarlo.
PARA FINALIZAR
Comparto la opinión de Jay en su intervención, y que como sexbloggers/divulgadores/promotores tenemos cierta responsabilidad en que el público esté bien informado. Pero otra duda me surge, y es si la gente querrá escucharnos. Al menos aquí en España, y según mi punto de vista, parece pesar mucho más un argumento expuesto por alguien con muchos seguidores, que el de alguien con conocimiento real sobre el tema.
Si, como dice Epiphora, están montando esa ola tanto como sea posible, ¿terminarán siendo quien la rompa? En ese caso, ¿sería posible que otras marcas recuperen el equilibrio y sigan surfeando, o se declarará zona catastrófica?
No pretendo desmerecer la labor a favor de la divulgación sexual y del placer que se ha logrado a raíz de esa titánica campaña de marketing del monopolio de la satisfacción, que es evidente. Sin embargo, temo que recogeremos las consecuencias de una visión demasiado comercial durante años. Sólo espero que el trabajo de mis compis, y el mío propio, sean capaces de cambiar el cuento en favor de quien necesita escuchar la historia adaptada a su realidad.
Ester Álvarez G. dice
¡Enhorabuena, Gwen! Es un post que hace honor como siempre a tu rigor profesional.
Tal como te dije, si era un tema que me interesara lo iba a leer entero y debo decirte que no se me ha hecho tan largo.
Coincido contigo en muchas reflexiones a lo largo del texto y me has dado qué pensar también con muchas otras cosas que comentas. Por ejemplo, antes de que hablaras del Penguin, ya se me había pasado por la cabeza y es que también es uno de mis preferidos y de los pocos que encuentro originales de la marca. Y, en efecto, hace tiempo que también venía teniendo esa sensación de lanzamiento de productos constantes y exagerado.
Sin duda, mucho para reflexionar… Como bien dices, la ética es fundamental.
Gracias por este estupendo post. 🙂
Gwen dice
No sabes cuánto agradezco tus palabras, Ester.
Me alegra haberte hecho reflexionar sobre algunos aspectos. Por lo que estoy percibiendo, creo que este tema era algo que andaba en muchas cabezas. ¡No son cosas mías!😅
Muchas gracias por tomarte el tiempo de leer este lago post, y mil gracias por tu constante apoyo 🥰😘