Si buscas el santo grial para realizar una felación y que tu nombre quede en algún extraño museo de la fama, siento avisarte de que no puedo ayudarte. ¿O tal vez sí?
¿Existe la felación perfecta? Sí, claro. Ahora, ¿esa felación perfecta es igual para todos los penes? Por supuesto que no.
Ojalá, pero no, no tengo el consejo definitivo para que seas master del universo en felaciones, pero sí puedo indicarte algunas cosas que harán de la experiencia algo mucho mejor.
LA FELACIÓN NO EMPIEZA POR EL PENE
Podría parecer irónico que una felación, una mamada si te convence más este término, no empiece por el pene. De la misma manera que no empezamos a comer patatas metiéndolas en la boca, sino que hay que lavarse las manos antes, o emplear un cubierto; a la hora de introducir el pene en la boca no hace falta lanzarse en plancha.
Efectivamente, habrá quien crea que cualquier paso previo, más allá de retirar obstáculos, es innecesario. Y esto lo puede pensar quien recibirá la mamada o quien la hará, «¿para qué entretenerse?». No descarto que, igual que en el cunnilingus, podamos tener un momento de ansia e ir directamente al punto estratégico. Pero, ¿debemos hacerlo siempre?
La felación puede empezar por un beso, una caricia, una mirada… E incluso por retirar la ropa con algo de rollo, no sólo apartando tela como si fueran matojos en la selva. Como si eliminar esa barrera fuera parte de la experiencia, y no algo de lo que deshacerse cuanto antes. Desenvolviendo un momento excitante, sintiendo la excitación anticipatoria, imaginando las sensaciones.
PREGUNTA, SIN MIEDO. HABLA, SIN MIEDO
Dentro de que no se trate de algo que una de las partes sienta vejatorio o irrealizable, es lógico que sea quien pone el pene quien determine el ritmo, la velocidad, los puntos a potenciar o los que es mejor evitar. Al final, una felación se hace, en primera instancia, para dar placer. Es genial que ambas partes disfruten, obviamente. Solo que debemos priorizar lo que desea quien pone el pene, y no la película que nos hemos montado en nuestra cabeza, o lo que hemos hecho «siempre».
Existen tantas técnicas como personas, y ninguna es mala con el público adecuado. Pero claro, también puede pasar que se junte una persona a quien le guste recibirlo suave con alguien que prefiera realizarlo rápido, o quien potencie la estimulación del glande con alguien que no soporte el roce en la zona. Ahí entra en juego la comunicación.
Puedes iniciar con tu técnica habitual, pero escucha las correcciones o comentarios. Presta atención al cuerpo y a las señales que envía. Quizás en primeros encuentros no sepas leer muy bien sus gestos, es cierto. Es por eso que resulta tan importante, desde el primer momento, aclarar lo que gusta y lo que no. Nadie quiere pasarse cinco años recibiendo una mamada de una forma que no agrada «tanto» sólo porque no se corrigió en su momento, y a estas alturas ya resulta raro hacerlo.
NUEVAS EXPERIENCIAS
Hay personas que están muy acostumbradas a un tipo de estimulación, y sin eso no logran alcanzar el orgasmo o la eyaculación (o se convencen de que es así). Está bien saber lo que nos gusta, y tener ciertos atajos o caminos seguros para alcanzar la meta. Pero también es bueno probar alguna vez un camino diferente.
Experimentar una nueva técnica, añadir otra estimulación simultánea, variar el ritmo o la humedad presente puede sorprender proporcionando nuevas vías de placer. Hay que tener claro que esto requiere una mente abierta que se deje llevar por la experiencia, sugerida motu propio, o por la otra persona. Sólo con que la idea del fracaso de ese camino ronde por la mente, evoca a que dicho fracaso de manifieste. ¿Qué se pierde por probar una nueva técnica? Igual no resulta tan rápida, o puede que lo sea en exceso. Lo peor que podría pasar es que no se alcance meta alguna; en cuyo caso, tan fácil como parar, o intentar otra forma la próxima vez, según el caso. Sea como sea, hablar de los gustos, tanto a la hora de hacer, como de recibir una mamada, siempre es positivo.
A TENER EN CUENTA EN LA FELACIÓN
Podemos coincidir en que una felación per se no requiere un máster previo. El funcionamiento es sencillo: pene entra en la boca, la boca estimula. Pero incluso en cosas sencillas hay matices que pueden hacer la diferencia entre una mamada por cumplir, y una experiencia para el recuerdo.
Si bien es totalmente lícito acudir directamente al pene, no hay nada de malo si nos entretenemos un poco en el camino. Unas caricias en el pubis, besos en la ingle o roces en el perineo pueden ser muy agradables y excitantes. Puedes introducir el pene directamente, pero también juguetear previamente con la lengua por el tronco, o entretenerte en el glande.
Utilizar o no las manos es también algo a valorar, y dependerá tanto de gustos, como de viabilidad para controlar el pene (puede ser que necesites un punto de apoyo). Con una mano, con dos, o ninguna, la lubricación será algo bienvenido. La saliva está bien, pero es posible que en algún momento se seque la boca y tener un lubricante a mano te sea de gran utilidad. La fricción es buena, pero un exceso puede ser molesto, e incluso doloroso.
La sensibilidad aumenta a medida que se estimula el pene, por lo que es posible que algo que al inicio era agradable, pueda dejar de serlo pasado un rato. O quizás que determina técnica pueda acelerar en exceso el orgasmo, o cortar por completo el mood.
Guarda los dientes. Una cosa es un ligero roce cuidadoso, y otra que los dientes vayan por delante de tus labios y parezca que comes una mazorca de maíz. No se trata de imitar el gesto como si no tuvieras dientes, metiendo los labios hacia dentro, sino de sacarlos. Si haces lo primero tus labios se notarán duros y poco agradables. Para lo segundo quizás necesites algo de práctica, pero nada en lo que un plátano pelado y un ratito no puedan ayudarte.
COMPLEMENTA LA FELACIÓN
Un pene, una boca, y ya es posible una felación. Pero…¿y si añadimos algún elemento?
Desde un lubricante para mejorar el deslizamiento, a un juguete para incrementar la estimulación. Son aliados geniales. Una cosa es que no sean indispensables para pasarlo bien, que no lo son; y otra que no vayan a aportar algo positivo al encuentro.
¿Qué juguetes puedes usar durante una mamada? Pueden ser mangas masturbadoras abiertas, con vibración o sin ella, una pequeña bala vibradora para recorrer el perineo, o incluso para colocarla en la barbilla y que transmita la vibración al pene mientras se fela. O tal vez unas bolas tailandesas o un plug anal.
La felación perfecta existe, pero hay que crearla a medida. Comunicación, mente abierta y entrega son bases importantes para confeccionarla.
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