La sensualidad y el erotismo tienen, cuando nos paramos a admirarlos, un gran peso en nuestros encuentros eróticos, permitiendo que nos deleitemos, por ejemplo, en la piel con velas de masaje Shunga.
EROTISMO
La pornografía y la hipersexualización de cada aspecto de nuestras vidas parece encontrarse a la vuelta de cada esquina. No obstante, es el erotismo, ese participante discreto, sutil y elegante, el que se cuela en gestos, pensamientos y miradas que pasan desapercibidas.
Una mirada más profunda a la visión de la desnudez, de un tirante que cae por el hombro, una gota que se desliza por la comisura, un movimiento sinuoso con la mano… El erotismo muestra más enseñando menos, jugando con nuestra mente y sus capacidades imaginativas, dejando que el pensamiento fluya y el cuerpo reaccione.
Acostumbramos a ver cierto contenido, o realizar determinadas prácticas más enfocadas a alcanzar la meta, el placer rápido, lo evidente, cuando lo que puede darnos mayor placer es, precisamente, no tenerlo tan fácil. Descubrir la excitación en eróticas insignificancias, deleitarnos descubriendo la piel ajena, recorrer con las yemas cada rincón, estremecernos con un sonido…
EROTISMO EN PAREJA
Obviamente, cada pareja tiene sus cosas pero, desde mi punto de vista, se recurre demasiado a la más pura carnalidad. Olvidamos aspectos más sutiles, como una sesión de caricias, besos infinitos, un masaje erótico o un roce inocente, y nos centramos en demasía en aquello que creemos nos proporcionará mayor placer. O al menos, lo que socialmente se entiende como placentero, como lo que se debe hacer, lo que se supone que hace todo el mundo y es lo normal.
Normal. ¡Qué palabra tan triste! ¿Quién, en su sano juicio, quiere ser normal? Desde luego yo no, nunca lo he querido. Y creo un error pasarse la vida, y la sexualidad, intentando reproducir lo que se supone normal.
Y eso, por lógica, incluye a los juegos en pareja. ¿Acaso unos dados, o un juego de mesa random es suficiente para creer que explotamos el erotismo en pareja? ¿Qué hay de lo palpable, de un encuentro con nuestro amante en el que la piel sea protagonista. Bien con caricias, con besos sobre ella, o con un masaje con velas Shunga, sólo con la intuición, la atracción y las ganas como guía, sin instrucciones escritas en un cartón.
MASAJE ERÓTICO
Los masajes son una de las prácticas que más pueden acercarnos a ese deleite de erotismo. Recorrer la piel, propia o ajena, acariciar cada centímetro, masajear con delicadeza o fuerza, dependiendo de la zona, notar como las manos se resbalan sobre el cuerpo, como queriendo involucrar más partes en el roce.
Paz, relajación, excitación, amor, dedicación, e infinitas sensaciones más que, el simple movimiento de las manos sobre el cuerpo, puede despertarnos. Sin necesidad, ya te lo digo ya, de que exista vínculo afectivo alguno. Sólo es preciso querer dedicar tiempo a ese momento lento, erótico y pasional con la persona que deseas.
Podemos encontrar muchos productos para ayudarnos con este fin, por supuesto, y uno de ellos son las velas Shunga.
VELAS DE MASAJE SHUNGA
Las velas de masaje tienen varias funciones, aportan un toque íntimo con su luz, un aroma interesante con su olor, y un práctico aceite de masaje cuando se derrite.
Tras dejar la vela encendida unos 20 minutos, podemos apagarla y verter el aceite sobre la mano o directamente en el cuerpo. No temas, estará caliente, pero no te quemarás. Lo siguiente que tienes que hacer es masajear la zona o zonas deseadas, y el ritmo, la profundidad o la intensidad del masaje lo marcas tú y tu amante.
Aquí se aunarán tanto el aroma, el calor del aceite y su tanto, el roce de las manos (o el cuerpo) y la excitación del ambiente, provocando un momento de paz y placer sin prisas, sin expectativas.
El tamaño pequeño puede ser un perfecto compañero para una escapada erótica.
MÁS INFORMACIÓN
Las velas Shunga están disponibles en dos tamaños: 30 y 170 ml
Puedes elegir entre seis aromas diferentes: frutas exóticas, vainilla, pétalos de rosa, té verde, chocolate y fresas con cava.
¿Mi favorito? Frutas exóticas, que huele como a Tico-Tico de sandía.
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