Con la cantidad de porno disponible en internet, de infinidad de temáticas, protagonistas y calidades, me sorprende el auge del morbo de lo casero que percibo cada día en redes sociales, bien a través de mis redes, o en las de mis compañeras.
El porno
Veo como muchas personas, especialmente hombres pero no en exclusiva, se pasan la vida con ensoñaciones de cine porno, deseando a las actrices hasta llegar, en algunas ocasiones, al acoso. Esas personas idealizan el porno y lo que vende, olvidándose de la humanidad y la ficción que hay tras la escena, pensando que cada persona involucrada en ella está deseando recrearla con el nick un millón que se lo propone, ¿por qué no iba a querer, si claramente está «diseñada» para el placer ajeno? Eso es lo que debe pasar por algunas de esas brillantes mentes que riegan más el bajo vientre que el cerebro.
El respeto
Por desgracia, el porno a día de hoy sigue siendo fuente de educación sexual para gran parte de la población, sobre todo para quienes se inician y no saben por dónde suenan las campañas. Y tras ver una escena, una película, o treinta, siguen sin saberlo, pero lo peor es que creen que sí. La parte de la ficción la obvian, así como el respeto que debe ir implícito en cada relación sexual, independientemente del tipo que sea. No conocen ese aspecto porque no se les ha mostrado, y eso hace que se crean en el derecho de exigir la colaboración de quien sea para su placer sexual.
Orgullo
Esa falta de respeto provoca que envíen fotos de sus penes, soliciten fotos de desnudos de cualquier persona (conocida o desconocida) o que piensen que con un mensaje cutre se te caerán las bragas y tendrán sexting a demanda hasta que se corran abundantemente. Aquí sobrepasan cualquier límite social establecido y se centran únicamente en su satisfacción «aquí y ahora», esperando que la reacción sea justo la que esperan; y si no lo es… «eres una guarra/puta/fea/gorda y no te flipes, porque das asco». La falta de respeto ataca, la coherencia recusa y el orgullo entra a matar.
¿Qué ha sucedido para que, en cuestión de segundos y un NO, hayas pasado de ser lo mejor del mundo a pura escoria? Que has dañado su orgullo de caverna. Al parecer es tan frágil que un NO puede hundirlo.
Morbo de lo casero
Al inicio decía que me sorprendía el morbo de lo casero que parece aumentar cada día. Habiendo como hay millones de estímulos eróticos en internet, de libre acceso (para mayores de edad, ejem), muchos de ellos de estilo amateur, ¿por qué tener que «luchar» por conseguir ese nude o esa conversación erótica con una persona al azar que no ha insinuado en absoluto su disposición al respecto? Ni aun hablando de sexualidad o erotismo -como puede ser mi caso o el de mis compañeras-, o publicando fotos relacionadas se está invitando a nadie a una fiesta privada de intercambio de fotos.
¿Por qué ese morbo por lo inaccesible, por lo difícil? Diría que el orgullo entra de nuevo en juego, pues es sabido que aquello que cuesta lograr suele ser lo que más satisfacción nos provoca conseguir.
Se podría decir que es el reto lo excitante, no el contenido en sí. De ahí que, aunque tengas una cuenta dedicada al macramé, es seguro que en algún momento recibirás una propuesta erótico-festiva si de alguna manera, incluso accidental, has dejado entender que es una mujer quien lleva esa cuenta.
La culpa…no es del porno
Muchas veces tiramos balones fuera pensando que la culpa es del porno, de la poca conciencia que tiene sobre el poder que ejerce en la educación sexual de la población. Pero nuestro doble rasero no extrapola ese concepto a una película de acción con coches a 200 km/h por medio de la ciudad, ni a esa en la que disparan más balas por segundo que fotogramas tiene la película… Ahí nuestras mentes distinguen que se trata de ficción, algo ajeno a la realidad y, por tanto, no susceptible de imitación.
Y pensamos así -la mayoría al menos-, porque hemos tenido una educación, una familia, una formación escolar…que nos enseña dónde están los límites obvios. Pero eso no pasa en la sexualidad, el tema tabú por excelencia, más que la política en una reunión familiar, ha sido y es la educación sexual.
La educación como base
Sin esa educación sexual, sin una formación que nos enseñe a distinguir la ficción de la realidad, seguiremos aprendiendo del porno e intentando recrear sus escenas como si de una guía fidedigna se tratara; dejaremos que las nuevas generaciones sigan esos pasos que ya se daban en nuestra época u otros peores; nos sorprenderá, a la vez que dejaremos que pase, que las ITS sigan en aumento, así como los embarazos no deseados; seremos testigos de cómo evolucionan las relaciones tóxicas; veremos cómo el derecho a la privacidad se desvanece a medida que navega de un móvil a otro; pagaremos las consecuencias, de una u otra manera, de la vergüenza y el miedo que nos dio enseñar educación sexual cómo y cuándo debimos empezar a hacerlo…
La educación es la base de una sociedad próspera, y no todo se fundamenta en conocimientos técnicos o habilidades matemáticas o lingüísticas, sino también en esa parte tan imprescindible que es la educación del ser, a nivel cívico, e incluso a nivel sexual.
De nada sirve tener 5 másteres y una carrera profesional de éxito si por dentro eres una persona de mierda sin educación, sin respeto, sin saber discernir dónde acaba tu libertad y empieza la de otra persona, sin saber distinguir que tu orgullo no es problema del resto, ni su fragilidad responsabilidad de quien no acepta tu proposición, ni culpa de nadie que tu veas provocación donde no la hay.
Empatiza
Aquí no se basa en hacer lo mismo (pedir nudes a distro y siniestro), pero hacerlo con respeto, no. Se trata de respetar la libertad de la otra persona, que pueda hacer su vida, escribir sobre lo que desee, vestir como quiera, o incluso subir una foto con tintes eróticos sin que se lea en ello una indirecta para que nadie enseñe sus genitales, o proponga un ciberpolvo. Se trata de ponerse en la posición de la otra persona, y pensar en cómo te gustaría que te trataran. Si la respuesta es «me encantaría recibir fotos de tetas/pollas», dale otra vuelta.
Piensa en cómo te sentirías si alguien irrumpiera en tu baño mientras cagas y se pusiera a cagar a tu lado sin más, te enseñara lo que está «descomiendo», te lo pusiera frente a la cara, y te pidiera un trocito de lo tuyo en exclusiva porque «le excitas mucho».
¿Demasiado gráfica y escatológica la metáfora? Quizá, pero igual a alguien le sirve para dejar de acosar con su pene a cualquiera con un perfil en redes sociales. La coprofilia es muy respetable, siempre que sea consentida; como las fotopollas o el sexting.
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