Bueno, vale, igual llamarlo mazmorra es exagerar. Y sin el igual. Sería como denominar potro a una mesa de comedor, vale que con imaginación y algún que otro complemento puede imitar uno, pero técnicamente no lo es, como tampoco mi cuarto fue una mazmorra aquella tarde, pero no me niegues que te ha intrigado el título…
Tacones de aguja y cuero y dejo que me hagas lo que quieras, rollo dominatrix‘.
No es mi estilo, siempre he preferido la equidad con la otra persona. Hacer y que me hagan, casi sin tener que pedirlo, dejarse llevar por lo que el cuerpo solo reclama. Pero no podía negar que me tentaba probar algo nuevo, y no sólo me tentaba, sino que me excitaba la idea, tenerle a mi merced, poder hacer con él todo lo que mi imaginación, limitada sólo por mi vergüenza, me permitiera.
¿Tacones y cuero? Veremos qué se puede hacer…
Entre mi arsenal de juguetes no hay precisamente mucho complemento bondage, pero sí alguna que otra cosa que podría darme mucho juego. Antifaz, esposas de raso, rueda Wartenberg, lubricante a espuertas, un pequeño plug anal…, algo podría hacer con todo ello, seguro.
‘Tienes mucha imaginación y ganas de experimentar. Sabes que no tengo prejuicios, pudor ni vergüenza cuando estamos a solas‘.
¡Qué tentador! Aunque lo de dominar no es mi fuerte me ponía brutísima la disponibilidad que mostraba, la apertura de mente, y saber que ambos disfrutaríamos de esa mazmorra improvisada, de solo imaginarlo ya se me mojaban las bragas.
Antes de que llegara debía prepararme, no era un polvo vespertino al uso, nada de abrir la puerta medio desnuda de la manera más natural, tenía que crear el personaje, su vestuario, peinado y maquillaje, y meterme en él. Taconazos, leggings de imitación cuero, un bolero y ropa interior negra, coleta alta acabada en trenza, los ojos maquillados de negro y los labios de morado, y toda la seguridad en mí misma que encontré en los cajones. Y de esa guisa abrí la puerta, pose sexy, sonrisa pícara, y era mío.
Joder, estaba tan potente que me habría follado a mí misma en la propia puerta, y por lo que me dio a entender él también lo habría hecho si le hubiera dejado. Cuando haces estas cosas, luchando contra la propia vergüenza, y más cuando te metes en un papel, se agradece que la otra persona lo valore, que te vea y casi antes de que empiece el juego pueda imaginar lo que va a pasar y excitarse por las expectativas, el poder de la mente y el de la sugestión.
Le guié hasta mi habitación y empezamos a besarnos. Sus manos hicieron intención de tocarme, hasta que le frené, ‘se mira, pero no se toca‘. Tenía claro que no me iba a salir el gen de dómina de pronto, ni me iba a liar con un látigo improvisado, pero sí iba a controlar sus sensaciones en todos los sentidos posibles, iba a ser mío, mi juguete particular, y me apetecía tanto hacerle disfrutar…
Mientras nuestros labios se acariciaban y sus manos evitaban tocarme siguiendo mis instrucciones, fui quitándole la ropa, hasta dejarle únicamente con los calzoncillos. Mis labios cubrieron su cuello y su pecho de besos, y mi mano jugaba en su entrepierna. Un beso en esos deliciosos labios y mis manos bajaron sus calzoncillos a la vez que mi boca se aproximaba a su polla, dando comienzo a una mamada en cuclillas, vestida como él había imaginado, con mis ojos clavándose en los suyos y mis dedos en sus glúteos.
Esposas de raso de Bijoux Indiscrets, antifaz, rueda Wartenberg, y plug anal |
‘Túmbate en la cama‘ le dije, y nuevamente acató mi orden. Le coloqué el antifaz, que había permanecido escondido en mi sujetador hasta entonces, y un beso lo inició todo. ‘Confío en ti‘, me dijo, ¿acaso hay algo más excitante en ese momento que tener la confianza ciega de la persona a la que estás sometiendo? Se mezcla el morbo de la situación con la erótica del poder y el cuerpo empieza a reaccionar, más si cabe, a tan erótico panorama.
¡Cómo me estaba gustando verle así, tan expuesto, tan intrigado, tan excitado…! Con la rueda Wartenberg empecé a recorrer su cuerpo suavemente, brazos, pecho, vientre, ingles, piernas, se estremecía al paso de los pinchos rodando levemente sobre su piel, y siguió haciéndolo cuando aumenté la presión sobre ella, qué deliciosa imagen, ver cómo su boca se entreabría y su lengua humedecía tan jugosos labios. No podía dejarlos ahí, solos y deseando atención. Dejé la rueda y, completamente vestida, me monté sobre él a horcajadas, rozando su polla contra mí mientras mi mano acariciaba su perineo y mis labios humedecían los suyos.
Con las manos me buscaba las tetas y el culo, alternando, queriendo acapararlo todo y sin saber cómo hacerlo. Le quité las manos y le hice ponerlas junto a su cabeza, me saqué las tetas por encima del sujetador, las acerqué a su boca, dejando que comiera lo que tanto había estado buscando, y qué arte lamiendo pezones…
Su polla seguía hinchada bajo mi coño, que se restregaba sobre ella con movimientos suaves. Me estaba encantando cómo su lengua jugaba con mis pezones, pero debía seguir con el plan, y ponerme manos a la obra. Descabalgué y contemplé su erección, mirándome, tan húmeda y dura… Até sus manos con las esposas de raso, limitando más su movimiento, y bien cargada de lubricante impregné su polla al completo, acariciándola, masajeándola, pajeando cada centímetro que por momentos se volvía más y más firme. La otra mano acariciaba los huevos y el perineo, internándose cada vez más a zona desconocida.
Me coloqué a horcajadas sobre su pierna, y mientras seguía pajeándole y recorriendo su entrepierna, me restregaba sobre ella. Estaba tan sumamente cachonda, tan húmeda, que el flujo empapó la ropa traspasando hasta su piel. Su polla resbalaba con tanta facilidad, el lubricante mezclado con su propia humedad hacía el tacto delicioso, y mis dedos cada vez bajaban más por su perineo. Sutilmente abrió la pierna libre, dándome acceso a donde quisiera llegar. Me lo tomé en serio, y con un poco más de lubricante empecé a acariciar su ano, despacito, al compás de la mano que lentamente recorría su dura erección. Llegado el momento, sin dejar de frotarme contra su pierna cual perra en celo, saqué el pequeño plug, le coloqué un condón*, lo lubriqué bien y retomé mi incursión por tierras ajenas.
En mis años de andanzas con el sexo opuesto nunca había cruzado esa frontera, siempre habían sido ellos los que me penetraban a mí, pero en esta ocasión se iban a cambiar los papeles. Nada excesivamente invasivo, el pequeño plug apenas superaba el grosor de mi dedo gordo en su parte más ancha, pero me intrigaba su reacción, si lo disfrutaría, si costaría meterlo…
Con un poco de trabajo, dificultado por lo resbaloso del exceso de lubricante en la zona, bola a bola terminó entrando. Sin dejar de pajearle, moviendo lentamente el plug en su interior mientras lo sujetaba para que permaneciera dentro, le vi gozar como nunca. Cada centímetro de su piel expelía excitación, se humedecía y mordía los labios, gemía y movía la pierna bajo mi coño, provocando que el contexto me pusiera más cachonda, si es que tal cosa era posible.
El clímax se aproximaba, su polla estaba al límite. Se le erizó la piel por completo, como no había visto antes, inclinaba el cuello para atrás, y se limitaba a disfrutar de los últimos momentos previos a correrse. Verle en esa situación, a punto de estallar de placer contenido, me resultó realmente gratificante, como observar una obra de arte a punto de culminar. Y culminó, corriéndose con el plug en el ano, la polla acariciada por mi mano, mi coño mojando su pierna, sus labios abriéndose en gemidos y su piel totalmente erizada. Delicioso orgasmo el suyo, y delicioso verle disfrutarlo.
Qué bonito es confiar en alguien tanto como para darle el control absoluto de tu placer…
La satisfacción y la excitación me tenían embriagada. Me sentía tan bien después de haberle hecho gozar de aquella manera, que la sensación me hubiera valido como recompensa, pero él me ofreció una mejor, un cambio de papeles. Aunque eso te lo cuento en otro momento…
Y tú, ¿te has montado una mazmorra de pacotilla como la mía, has jugado a interpretar algún rol, te has dejado hacer por otra persona con total confianza, has disfrutado probando cosas nuevas, tienes fantasías que quieres cumplir, alguna que quieren que cumplas…? Cuéntamelo en los comentarios….
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*Si vas a compartir juguetes con alguien ten la precaución de usar un condón, incluso si se trata de juguetes anales. El ano tiene su propio hábitat, por limpio que esté, siempre es mejor prevenir que curar.
María Savage dice
Ay nenaaaaa… me has dejado… sin palabras!!! Mientras te leía iba pensando que tengo que ir a comprar leggins de catwoman con urgencia!!
Jajja me ha encantado tu experiencia… y el detalle con que la explicas! Ole tú!
Besitossss guerrera!!
Mamá, no leas dice
Siempre digo que tengo más ropa de la que me pongo, pero luego surge algo así de pronto y me alegra tener cómo vestir al personaje, así que sin duda, ¡corre a por esos leggings!
Me alegra que te haya gustado, fue una experiencia muy interesante, no podía contarla de otra manera que con muchos detalles.
Besotes 😛
Mary Asexora dice
Bueno, bueno, bueno, como se lo monta nuestra amiga Gwen…
No dejas de sorprenderme, tan pronto te creas tu propio juguete handmade, como te reconviertes en una Sra Grey, dicho con toda mi admiración y sin ánimo de ofender. Me da a mí que mucho decir "ese no es mi estilo", pero si repites un par de veces más, en vez de montarte la habitación roja esa, te montas la casa entera…
¡Que sigas disfrutando de la sexualidad!
Besico
Mamá, no leas dice
Hago lo que puedo 😉
Soy muy polivalente, jajaja, además esto de los juegos de rol alimenta la actriz frustrada que hay en mí, jajaja. Mientras la imaginación me dé de sí y haya con quién, seguiré probando cosas nuevas. Es cierto que no es mi estilo, no me imagino azotando a nadie, fue una 'sesión' muy ligth aunque llena de morbo. No voy a decir de este agua no beberé, pero creo que no me llama en exceso el lado oscuro xD
Besotes.