A lo largo de los años está cambiando la estética del sector erótico, afortunadamente. La imagen de los productos, la composición de los anuncios, hasta los cuerpos de quienes salen presentando los juguetes; toda una evolución que sirve de espejo de la propia sociedad.
VIEJOS TIEMPOS
Los productos eróticos han ido de la mano, muchos años, de una imagen idealizada y «pornificada» de la sexualidad. Todo debía ser muy explícito, muy fálico, muy realístico, muy normativo. Abundantes mujeres cis hipersexualizadas, con gestos lascivos, poca ropa y cuerpos normativos y, en general, pechos sobredimensionados; toda una imagen para vender lencería, películas, complementos o juguetes, tanto para vulvas como para penes. Como pequeños anuncios pornográficos representando lo que era el deseo.
De la mano, juguetes eróticos para vulvas en una poco variada escala de rosas, y reproducciones anatómicas estandarizadas para el disfrute de los penes. Productos eróticos vendidos como sustitutos de amantes de carne y hueso, productos muy enfocados a «consolar» el deseo sexual.
En pocas palabras, una imagen rancia de la sexualidad.
CAMBIANDO LA ESTÉTICA
Llevo más de 8 años en este sector, y en ese tiempo he visto cómo ha ido cambiando la estética a pasos agigantados, especialmente en los últimos años.
Por supuesto, aún encuentro una gran cantidad de publicidad con ese enfoque de principios de los 90. Suelen ser marcas con un target muy concreto, a menudo aquellas que llevan décadas haciendo lo mismo porque, si les funciona desde entonces, ¿por qué iban a dejar de hacerlo? Y, en parte, tienen razón. Hay un público para ese enfoque.
Pero también existe uno que desea naturalidad, luz, colores, diseños discretos, creativos, versatilidad, que se muestren cuerpos diversos, personas racializadas no fetichizadas, modelos más allá de los 30, rotura de roles… Por suerte, cada vez son más las marcas que apuestan por otra forma de representación.
CUANDO LO DIVERSO ES ATRACTIVO
Aunque como sociedad se estandarice un ideal de belleza, nuestros gustos particulares son diversos. Queremos ver aquello que somos, aquello que nos atrae, que deseamos. Nos ayuda a identificarnos con una marca, a sentir que un producto es para nuestro placer sin necesitad de vivir en un estándar concreto.
La diversidad nos invita a formar parte de ello, a sentir que nuestros cuerpos son válidos, pero también nuestras formas de disfrutar la sexualidad. Lo que en algunos entornos se ve como discriminación positiva, o truco capitalista, marca la diferencia cuando lo diverso se muestra como atractivo. No creo que se intente convencer de que te guste algo que no, sino de que te gustes tu, que veas que se te representa, que alguien como tu puede verse sexy y derrochar atractivo. Y ello sin que importe si un cuerpo es normativo, sin que influya tu género, tu etnia, tu edad o tu orientación sexual.
La representación es importante, aunque sea en un simple anuncio de un juguete erótico.
EL PLACER NO ENTIENDE DE SESGOS
Esa diversidad que a algunas personas chirría, nos invita a reflexionar sobre nuestras percepciones, sobre lo que socialmente tenemos tan arraigado que duele. Ese pensamiento que puede abordarnos con la idea de que sólo cuerpos normativos de ciertas características tienen opción al placer y a una sexualidad plena y sana, sea a solas o en compañía.
Ya sean cuerpos gordos que se muestran en compañía de otros cuerpos o haciendo gala de un gran erotismo; modelos de edades avanzadas en posturas sensuales o mostrando el nuevo juguete de la marca; personas racializadas que no son mostradas como el objeto de deseo, sino quienes desean; mujeres cis mastectomizadas, porque la sexualidad no acaba al perder un pecho; personas trans que posan con un producto sin que éste tenga que ser bandera del colectivo.
Parejas lesbianas y gays que desprenden erotismo e intimidad, y no morbo y estereotipos; personas no binarias que simplemente son, sin pretender aparentar nada más; parejas cis hetero anunciando arneses y plugs sin dar a entender que está poniendo en duda su orientación; hombres cis en lencería; mujeres trans sin hipersexualizar e hiperfeminizar; una persona random mostrando un producto erótico sin erotizarlo, como quien sale en una imagen con una máquina de café o una maceta…
El placer no entiende de sesgos, aunque socialmente se los pongamos. Los estereotipos tienen una gran fuerza en nuestra sociedad, y todos esos pasos que damos para naturalizar lo que es de por sí natural, forma parte de un movimiento liberador. Aunque termine siendo una campaña publicitaria, aunque sea la imagen de un packaging o una imagen de relleno en el feed… Lo que no se muestra, no existe.
Necesitamos existir, y disfrutar de nuestra sexualidad, de nuestro placer. Aunque se termine capitalizando, como todo lo demás.
CAMBIANDO LOS COLORES
A otro nivel, pero también relevante, está el color de los productos eróticos. Hace algún tiempo realicé un pequeño estudio sobre el color de los juguetes eróticos, y me surgieron más dudas que respuestas. El rosa es uno de los colores más utilizados en la juguetería erótica, junto con el morado y el negro. Pero hay un mundo más allá, mundo que, afortunadamente, estamos viendo ahora. Como si tuviéramos daltonismo y ahora nos hubiéramos curado y pudiéramos ver todos los colores del arco iris.
El rosa ha podido entenderse históricamente como un reclamo para que mujeres cis compraran juguetes eróticos, pero también como una señalización de que determinado producto era para ellas. Como el huevo y la gallina, puede costar discernir qué fue primero, si la oferta o la demanda. Lo que está claro es que estamos rompiendo con aquellos moldes cromáticos, y descubriendo que un color no otorga género ni utilidad. Cambiando la estética del sector erótico con juguetes verde esmeralda, azul medianoche, coral, amarillo cadmio, blanco roto o marmolado.
NECESITAMOS SEGUIR CAMBIANDO LA ESTÉTICA
Es lícito enorgullecernos de lo que está cambiando la estética del sector erótico, tanto en sus anuncios, sus imágenes, sus packagings, su filosofía de marca o la diversidad tanto entre sus modelos como en lo referente a los productos.
No obstante, necesitamos seguir evolucionando. Hacerlo hasta que esas imágenes diversas nos resulten tan naturales como aquellas normativas de los 90. Continuar hasta que no nos sorprendamos por ver a una mujer asiática con sobrepeso anunciando un juguete, hasta que no tengamos que felicitar a marcas por representar la naturalidad del cuerpo humano, hasta que dejemos de plantearnos si quien sale en la foto es o no trans o cuál es su orientación. Hasta que el cambio sea tal que sea la norma.
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