En tierras niponas es ya todo un clásico, aunque aquí ha llegado hace relativamente poco tiempo. Ahora es posible comprar y vender bragas usadas, y más cosas, sobre todo en internet, sea en perfiles privados o a través de páginas especializadas, como la web Panty.com.
MENTE ABIERTA
Antes de entrar a hablar sobre este fetiche en concreto, debemos abrir la mente y comprender que los fetiches -como las opiniones- son innumerables y subjetivos. Que algo no nos atraiga personalmente no quiere decir que no tenga un público que disfrute de una manera inusitada con sus peculiaridades eróticas.
Y eso, esa libertad de experimentar lo que nos excita, a pesar de exponernos a una sociedad llena de tabús y prejuicios, es algo maravilloso. Sea cual sea tu fetiche (o fetiches, no hay cupo máximo…), te animo a vivirlo con normalidad -siempre y cuando sea consensuado siempre que involucre a otras personas, claro-.
FETICHES
Existen infinidad de fetiches, algunos muy populares y con gran representación, y otros menos conocidos y que, generalmente, nos sorprenden cuando los descubrimos. Hay quien cree que no tiene ningún fetiche, esencialmente porque se centran en estímulos extraños que llamen mucho la atención, pero el fetichismo abarca desde lo más simple a lo más intrincado; si piensas un poco seguro que te descubres alguno.
Debe quedar claro que un fetiche no es una desviación sexual, ni una patología, ni nada que implique una connotación negativa. Se trata de peculiaridades eróticas, elementos, prácticas, o circunstancias que incrementan nuestra excitación de manera racional o irracional. Ya sea fetiche por los pies, las manos, la lencería, los sonidos o, por ejemplo, los olores.
OLFACTOFILIA
Y hablando de olores, descubrimos la olfactofilia, que es la excitación sexual provocada por el olfato, habitualmente por el olor corporal en la propia piel, o en la ropa y calzado. Ésta filia en concreto es la que motiva, en gran parte, el gusto por las bragas usadas; y su despenalización moral el auge de su venta.
En el caso de las bragas usadas, no sólo se compra una prenda con recorrido, sino que se compra también su historia. A la hora de vender bragas usadas se suele solicitar un mínimo de información, a fin de alimentar el morbo de los compradores potenciales. Más allá de una ficha que describa la prenda, lo apropiado es explicar cómo se ha usado, si se ha sudado, si se mancharon de flujo, de menstruación (u otros), cuántos días se llevaron puestas… Datos que proporcionan al cliente una información más concreta que provoca mayor curiosidad e incluso necesidad por recibirlas.
VENDIENDO BRAGAS
Por supuesto, como en muchos otros fetiches, pueden disfrutar ambos bandos. Tanto quien pasivamente compra las bragas, como quien activamente las usa y pone a la venta con sugerentes fotos y datos. Pudiendo rozar también una parte exhibicionista al saberse observada y deseada, aunque sólo sea en aroma.
Y tan pronto se venden bragas, como que el negocio crece como lo hace la curiosidad del fetiche, y no sólo encontramos bragas y tangas, sino calcetines, leggings, calzado… Cualquier prenda que pueda contener la esencia de quien la haya portado y, siendo sincera, quien describa de la forma más atractiva visual o textualmente.
En este fetiche, como en los demás, lo que se busca es el placer. Ese placer tan subjetivo y personal, alimentado por nuestra imaginación, que tan pronto se encuentra observando unas manos, como oliendo unas bragas.
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