Hace relativamente poco que la práctica del bondage se ha abierto a un público más amplio, ofreciendo nuevas vías de experimentación para quienes mantenían, por así decirlo, un sexo más convencional.
Sí, aquellas dichosas sombras que llenaron las mesillas de muchas mujeres han tenido parte de la culpa del auge, y mal que me pese por la cantidad de errores que se reflejan en los libros, hay que otorgarle el haber arrojado luz a prácticas menos comunes pero que disfrutan miles de personas, cada día más.
¿QUÉ ES EL BONDAGE?
El bondage es una de las prácticas que engloba el BDSM, de hecho abandera el término dándole su inicial. De forma global, el BDSM hace referencia a bondage, disciplina, dominación, sumisión, sadismo y masoquismo, prácticas eróticas entendidas como alternativas, aunque cada vez más popularizadas, como decía antes.
Como muchas prácticas eróticas, el bondage es una derivación; en este caso del shibari, que se empleaba como método de retención para prisioneros en Japón desde 1500. El kinbaku, por otra parte, se desarrolló posteriormente y la técnica se acercaba más a un acto estético y sensual que a la propia inmovilización.
Volviendo al bondage, se trata de la versión más occidentalizada del shibari, a diferencia de la técnica original que se practicaba con cuerdas de fibras naturales, el bondage recurre a ataduras y restricciones de diversa índole; cuerdas de algodón, raso, cinta adhesiva, vendas, telas, cadenas y demás elementos que puedan emplearse para la inmovilización son las herramientas empleadas en esta práctica.
Porque en esencia, de eso trata el bondage, de la restricción de movimiento y, en ocasiones, la privación sensorial ya sea con mordazas o antifaces.
NO TENGAS MIEDO
Por supuesto, no es algo a realizar con cualquier persona que conozcas en un bar oscuro de madrugada, pues al tratarse de la cesión del control sobre el propio cuerpo se precisa cierto grado de confianza o unas garantías que aseguren nuestra integridad. Mantener unas medidas de precaución, en especial ante ataduras más complejas, es imprescindible.
Una cosa es atar las manos a tu amante, y otra pasar la cuerda o elemento en cuestión por zonas sensibles con una presión excesiva que pueda producir daños importantes. Por ello no está de más asesorarse y/o formarse debidamente antes de lanzarse a experimentar más allá de leves restricciones, y siempre estar alerta por si la otra persona deseara finalizar el juego.
No obstante, siempre que se cuente con unos mínimos de seguridad, el bondage puede ser una práctica erótica altamente excitante, se viva desde un punto más activo o más pasivo.
EXCITANTE INMOVILIZACIÓN BONDAGE
Para algunas personas puede ser muy complicado concebir que haya quien pueda disfrutar del sexo teniendo restricción de movimiento. Pero no hay más que ver una película que muestre un arrebato de pasión para ver como un protagonista coge las muñecas de su amante y las sujeta sobre la cabeza. ¿Es menos restrictivo porque no incluye elementos externos? Podría decirse que sí, pero lo esencial, que es la inmovilización, está presente.
Dar un paso más en la experimentación e incluir complementos como puedan ser cuerdas o telas le añade un nivel diferente de morbo. El momento de la colocación de las restricciones puede ser muy erótico si se plantea bien, y hacer que la excitación aumente con un gesto que en otro contexto podría interpretarse como neutro.
Es, también, un gesto de confianza desde la parte pasiva, pues confía plenamente en su amante y en que cuidará de su bienestar y placer durante la práctica. Pero más allá de eso, es una forma de liberación, incluso del propio cuerpo. Dejarse llevar y delegar el desarrollo de tu placer, sólo fluir con las sensaciones y encontrar la libertad aun con ataduras.
COMUNICACIÓN Y RESPETO
Ya sea con acuerdos previos bien estructurados o con escucha activa durante la práctica, en todo momento debe quedar claro que quien tiene las restricciones no ha declinado sus derechos en favor de la otra persona, ni jurado un sometimiento bajo cualquier circunstancia.
Las personas que más fielmente viven y practican cualquier variante dentro del BDSM se toman muy en serio la seguridad, el respeto y los acuerdos. Teniendo estas prácticas, en tal caso, mala fama por culpa de aquellas personas que ignoran no sólo unas directrices básicas de humanidad, sino todo lo que implica, realmente, experimentar con la sumisión o la dominación en cualquiera de sus formas.
Ceder el control no implica dar un poder absoluto sin límite sobre lo que suceda, sino bajo un marco previamente pactado y que debe respetar los límites de cada persona en cada momento.
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